Califica su libro como una apología del fracaso. No lo dirá por usted.

- Pues parto de mis fracasos. Como cualquier ser humano, yo tengo muchos fracasos a mis espaldas, pero disfruto de ellos. Lo que quiero es que la gente aprenda a disfrutar de sus fracasos, y no para tener éxito; simplemente, para disfrutar el camino... Ésa es la diferencia entre un fracasado y uno que fracasa: el disfrute del fracaso.

- El personaje de Risto Mejide está pasando de ser villano a héroe. ¿Es según lo planeado?

- No me gusta hablar de personaje. Un personaje es una interpretación falsa. En mi caso es todo lo contrario. Yo pongo una parte de lo que soy en un trabajo que es juzgar a unos cantantes. Sobre lo de héroe o villano, he dejado claro que este tipo de concurso no es santo de mi devoción. Y creo que OT se podría hacer mucho mejor, apostar por la música de verdad, convertirse en una plataforma real para lanzar artistas al estrellato. Sólo expreso una opinión que, este año, coincide con la de muchos. Dentro de OT soy como un virus, y cuando un virus entra en un organismo enfermo, su acción es espectacular.

- En aquella única entrega de El invento del siglo se mostraba incluso más incisivo que en OT. Cualquier jerifalte con dos dedos de frente hubiera tratado de atarle. ¿No fue así?

- Debiste de ser el único que vio aquel programa. Antena 3, no, pero desde el año pasado me han propuesto cosas. Lo que pasa es que yo no soy presentador. Y lo que funciona de mí es llegar a un programa que está moribundo en muchos sentidos, decirlo y poner el dedo en la llaga. OT me gustará en el momento en que sea un concurso de verdad, que ayude a la gente a tener éxito. Otros intentos porque yo haga algo forzado en televisión no funcionarían. La gente no es idiota y sabe perfectamente cuándo alguien está ahí lo que piensa y cuando está haciendo el monigote. Es un tema de honestidad. Y, afortunadamente, la audiencia se da cuenta de estas cosas en el minuto dos.

- ¿Tiene la sensación de que ya forma parte de la historia de la televisión?

- Eso lo dirá el tiempo. Lo que veo es que ahora hay mucha gente que es contratada para ser mala por definición, pase lo que pase, y ése tampoco me parece que sea mi papel dentro del concurso. Yo no estoy ahí para ser cabrón, sino para decir lo que pienso. Y ésa es la gran diferencia. Ojalá esto marque y cada día haya más gente que diga lo que piensa sin ser un personaje generado para dar audiencia. ¿Que luego da audiencia? Perfecto.

- ¿Tiene la sensación de formar parte de la cultura popular?

- Sí, eso sí. Cuando te imitan, es que algo has calado.

- Cuando compré El pensamiento negativo, la dependienta no sabía quién era Risto Mejide.

- No. Lógicamente, hay mucha gente que no mira la televisión, no lee los periódicos y no escucha la radio. O que mira la televisión y ve otros programas. Pensaba que me ibas a decir que te pusieron mala cara. Hay gente que me lo dice, y eso me llama la atención, porque es un síntoma que habla muy bien de la gente que se atreve a ir a comprar el libro, y muy mal de la gente que actúa con prejuicios.

- Usted no recomienda experimentar la fama...

- No. Se ha convertido en un fin, y debe ser un medio. Hay mucho personajillo por ahí que trata de conseguir la fama a toda costa. La fama te da muchas cosas como medio para conseguir lo que quieras, pero también te utiliza. En la medida en que ese balance esté equilibrado, todo bien. Si no es así, has de saber largarte a tiempo, porque, si no, te conviertes en un ser lamentable.

- Se topará con una cantidad increíble de graciositos .

- Sí, y es más que duro; es aburrido. Toda la gente se te acerca diciéndote lo mismo, como si fuera la primera vez que te lo dicen. No puedes ser despectivo, porque no tienen culpa. Además, yo atiendo a todo el mundo, y entiendo que haya personas para las que es importante llevarse un papelote con mi firma. Pero cuando te han preguntado cuarenta veces lo de si eres así de verdad; setenta, por qué eres tan malo con los concursantes... al final acabas hasta las pelotas y te vas, porque tienes a tus amigos abandonados. Y, para estar así, dejas de salir.

- En El pensamiento negativo se muestra modesto sobre su faceta docente. ¿Qué puede enseñar Risto en sus clases?

- Soy realista. Lo que te enseña la comunicación es que la creatividad no se aprende. Puedes aprender oficio, pero lo que te hace diferente en la comunicación no se puede aprender. Así que lo que hago con los alumnos es compartir experiencias, lo único que ellos no tienen con respecto a mí, y tratar de que cada uno saque sus conclusiones. Y pienso así porque me ha dado muchas clases y muchos seminarios gente que luego dices: si fueras tan bueno, no estarías dando clases.

- Aprovechando el tirón mediático, ¿no ha pensado en resucitar OM, su antigua banda?

- Sigo componiendo y tocando en mi casa. Convertir eso en un negocio es algo a lo que renuncié hace tiempo. No tendría sentido ni tengo necesidad.

- ¿Qué influencias?

- Hacíamos algo como rock progresivo, pero era una cosa muy paranoica y alternativa. Nos lo pasábamos bien. De hecho, el resto siguió dedicándose a ello.

- ¿Por dónde van sus composiciones actuales?

- Me gusta coger bossa nova, que me encanta, y añadirle bases electrónicas. Me encantan Vinicius de Moraes, Toquinho... Pero es algo muy íntimo y personal.

- Usted ha criticado parte del repertorio de los concursantes de OT. ¿Qué sugeriría?

- OT es una plataforma poderosa, y debería descubrir a la gente joven temas y artistas que no conocen. Un Ojos de Brujo debería estar. Se debería arriesgar más en la propuesta musical. OT tiene una deuda pendiente con los grupos que componen sus propios temas, y no sólo darle derechos a Alejandro Sanz, que ya cobra una pasta de la SGAE.

- Habla muchas veces de los buenos artistas que sigue actuando en garitos de mala muerte. ¿Por qué no se presentan a un concurso como OT?

- Para empezar, no tendrían cabida. Habría que modificar las reglas, porque éste es un concurso de intérpretes solistas. Aparte, tras seis ediciones, OT ya ha configurado un tipo de aspirante. Seguramente OT no está buscando el talento donde está, sino que está esperando que venga un tipo de talento del que ya está aburrida la gente. También es un problema que se siga ofreciendo como gran premio final grabar un disco, cuando nadie vende discos. El premio final debería ser una carrera musical y discográfica, es decir, que alguien te coja con cariño, te dé buenos temas, te ofrezca un single que tenga cierta consistencia, y, sobre todo, que no te deje tirado con el segundo disco, para que vendas 5.000 copias y te mueras de asco en las estanterías.

- ¿Hasta qué punto se debe exigir a un concursante de OT un mínimo de cultura musical?

- Es fundamental. Ferran Adriá, antes de ser Ferran Adriá, estudió El Práctico, que es un tocho de miles de recetas que van desde un huevo frito hasta un filete Wellington. Picasso era capaz de imitar a Monet. Si quieres dedicarte a algo, tienes, como mínimo, que conocer lo que se ha hecho antes de llegar tú. Básicamente, para no repetirte, o para tomar influencias. Si realmente te quieres tomar tu carrera musical en serio, tus primeros deberes son empaparte bien. Igual que el presidente del Gobierno debería hablar con propiedad inglés, y francés, deberíamos exigirle unos mínimos a la gente que entra en OT.

- En su libro habla de "devaneos tonales y quejas de artista mimado venido a más". ¿Se ha estancado OT?

- Este año unos pocos concursantes muchísimo mejores que el año pasado, lo que pasa es que no se están dejando notar lo suficiente. Luego, el resto, que son mayoría, son infinitamente peores que los del año pasado, de relleno. Deseo que la gente haga su trabajo y vaya echando a los malos, y al final tengamos cuatro o cinco galas espectaculares. Estoy dispuesto a pasarme cinco galas sin criticar a nadie, si al final quedan estos cuatro o cinco.

- ¿Aconsejaría a TVE que, el año que viene, repitiera mecánica de elección de su representante para Eurovisión?

- Veremos si hay Eurovisión el año que viene [risas]. El fenómeno Chikilicuatre es como el fenómeno Esther. Creo que a Esther le votó mucha gente a la que no le gusta OT. La utilizaron de caballo de Troya. Parte de la audiencia ha descubierto que, si no le gusta algo, tiene el poder de hacerlo reventar por dentro. Y la audiencia es soberana y tienes que saber qué mensaje te está dando.