Unidos por una extraña familiaridad, son cuentos que revelan la calidad de un escritor encasillado en el "realismo social" cuya obra va más allá de esa y otras etiquetas, se recalcó al presentarlo en la Feria del Libro. "Hay mucha confusión con el realismo", señala Ferres que cuando escribe, dice, "algo te supera".

"El cuento siempre apunta al mito, quiera o no quiera su autor", puntualiza, tras matizar que "todo el conocimiento humano es una metáfora, símbolo de símbolos que el homínido ha ido agrandando desde los tiempos de la onomatopeya y el comienzo del lenguaje".

"Lo extraordinario de la escritura de Ferres es que incluso cuando intenta reflejar la realidad desde una visión crítica, salta de nivel, entra en otro mundo, y nos ofrece una mirada conmovida, objetiva y dolorida de esa realidad", señala otro maestro del relato, José María Merino, que tilda de "espléndido", "poliédrico" y "singular" este libro de cuentos.

Antonio Ferres (Madrid 1924) fue considerado tras "La piqueta" (1959) uno de los principales autores de su generación. Pero en 1964 emigró a Francia y luego a México, Estados Unidos y Senegal, ejerciendo como profesor de Literatura española hasta su regreso a España en 1976, tras la muerte de Franco.

"Me fui a destiempo y volví a destiempo", confiesa el autor de novelas como "Los vencidos" (2005), uno de los seis títulos que lleva publicados Gadir para darlo a conocer y que incluye el libro de poemas "La desolada llanura". Los primeros relatos los editó Alianza en 1983.

Ahora, su actual padrino es Javier Santillán, quien no desespera de que existan en España "críticos atentos que pongan en su sitio" a este autor que Martínez Sarrión califica como "uno de nuestros clásicos vivos", mientras "este país se permite ignorarlo", reprocha el editor.

Narrador sorprendente, Ferres sigue escribiendo y algunos relatos son recientes, como "El caballo y el hombre", un cuento apologético, alegórico, misterioso, elegido para el título, tras competir con "El baile de los perros atados" o "El color amaranto".

Este último, dedicado a sus nietas de 20 y 14 años, es para Merino un relato "perfecto", en el que nada se sabe del todo, lo que le hace conservarlo entre sus "libros memorables".

Este académico menciona cuentos de un "realismo de lo concreto" como "El camino" (adaptado a la televisión) terrible y duro, pero que Ferres desarrolla "con gracia y finura elevándolo a drama existencial".

Por "Cine de barrio", un jurado presidido por Ignacio Aldecoa le dio el Premio Sésamo en 1954, y en "Cañas dulces" o en "La esposa" queda visible un parentesco con Faulkner.

En un "realismo a lo misterioso", Merino incluye "Mendigos" o "El extraño mundo", de espíritu chejoviano: Un hombre va de camino al trabajo y le asalta la pregunta ¿estaba mi mujer en casa? Y regresa para comprobarlo.

Y el último, "En los claros ojos de John", es EEUU: en pocas páginas se da el mundo, lo cotidiano, la soledad, el desarraigo o la pérdida, pues Ferres entremezcla memoria y apariencia y lo hace con un lenguaje conciso y extraño a la vez. De la etapa americana son "El eclipse" y "El colibrí con su larga lengua".

La edición pretende una perspectiva cabal de la variedad de la prosa de Antonio Ferres, cuyos cuentos -asegura Santillán- podrían llevar la firma de "cualquiera de los grandes autores de la literatura del siglo XX".