La política española ha estado impregnada de poder militar durante 200 años. En España no hubo en ese tiempo una burguesía fuerte y, a falta de ella, hubo una clase media que fue la militar", dijo ayer en el Club FARO el historiador Gabriel Cardona.Presentado por el catedrático Luis Espada, "España, entre Riego y Gutiérrez Mellado" fue el título de su conferencia, en la que habló de la presencia de "espadones" en los dos últimos siglos, hasta la llegada de la democracia.

Los espadones, según este ex militar, fueron generales que dominaron la política gracias a su control sobre el ejército, y los hubo de derechas, de centro y de izquierdas. "Porque espadones -afirmó- fueron Espartero, Narváez, O´Donnell y Prim, por decir unos pocos. Hasta que Cánovas evitó que también lo fuera Martínez Campos, convirtiendo en espadón a Alfonso XIII, a quien no marcaba nadie y que lo fue hasta 1923, cuando Primo de Rivera intentó entrar en el gremio. Dos espadones simultáneos eran demasiados y la cosa acabó reventando y llevó a la República. La España de hoy ya nada tiene que ver con eso. Con todas nuestras alegrías o desgracias, ya somos un país normal".

Lo que quiso dejar como poso de su charla Cardona, que llegó en su descripción histórica de esa ocupación militar "interior" hasta el mismo Franco tras pasar por Mola y Sanjurjo, es que España fue un país con una historia contemporánea muy distinta al resto de los europeos, " como si estuviera pegada a la barriga de Europa por un capricho. Por algo decía Cela que era un país de amateurs porque todos los gobernadores civiles eran militares y hasta la Guardia Civil, en contra de lo que su propio nombre indica, era militar".

Desde los Reyes Católicos

Cardona se remontó a los Reyes Católicos para mostrar cómo ya desde ese tiempo, tras expulsar a los judíos, las finanzas estuvieron en manos de extranjeros y la burguesía imperial no era española sino alemana, italiana o flamenca. "La guerra contra Napoleón -dijo- derrumbó parcialmente el Antiguo Régimen y apuntó el inicio de la revolución burguesa en un país que apenas tenía burguesía. Esta carencia impidió consolidar la revolución liberal y permitió que el Absolutismo volviera por sus antiguos fueros. Configurar el Estado contemporáneo entre 1812 y 1979 costó enormes disgustos y, desde Riego hasta Gutiérrez Mellado,pasando por Espoz y Mina, Espartero, Zumalacárregui, Cabrera, O´Donnel, Narváez, Milans del Bosch, Primo de Rivera, Mola, Sanjurjo, Rojo, Hernández Saravia... siempre anduvimos a golpes de sable, entre generales de uno u otro signo".

Lo que afirma este historiador es que el gran problema añadido de España es que el ejército, en lugar de pelear por la defensa del Estado, va a hacerlo siempre por la forma que debe adoptar el mismo.

Al final de su charla, hablando de Franco dijo que si la madre de éste pudiera leer lo que han dicho sus biógrafos no reconocería a su hijo. "Lo que sí se puede afirmar es que fue un tipo de enorme habilidad y gran prudencia. En el golpe contra la República, tras vertebrar Mola y Sanjurjo el mismo y perecer en accidente, Franco, que estaba en el número 8 del escalafón de conspiradores, acaba pasando al primero. El general Kindelan, otro de los conjurados, le convocó creyendo que era monárquico pero no: era gallego y, sobre todo, franquista. Kindelan, ganada la guerra civil, quiere que cumpla su palabra de hacer volver al Rey pero para eso Franco tiene que morirse antes".

Mostrando algo así como que la historia se escribe con renglones torcidos, sus inesperados avatares y que la política debiera ser una cosa y casi siempre es otra, habló del primero de los militares de su estudio, Riego. "Era una buena persona, un militar al que le cae una revolución encima, que se ve atrapado por las circunstancias y muere por ello. Siendo un monárquico constitucional su himno acaba convirtiéndose en republicano".