La mayor parte del libro está plagada de vejez y geriátricos...

- Esos cuentos los escribí cuando me encontré con una situación que no había previsto, la decadencia de mis padres.

- Prefiere la muerte a la vejez.

- La muerte no da pánico. Te mueres y ya está. Es la decadencia previa. Eso es el terror. A lo mejor es que soy muy blandengue o muy sensible, pero lo pasé muy mal. Todo lo vivo así, apasionadamente, porque, cuando me dedicaba a tocarle el culo a las chicas, era lo que más me emocionaba.

- La felicidad, ¿es una cuestión de punto de vista?

- Felicidad es una de esas palabras que no acabo de entender, como amor y Dios. Son tres palabras que el hombre ha inventado y que no dicen nada.

- ¿Y la literatura?

- La literatura existe. Como la termodinámica o los trenes.

- ¿Y el sentido del humor?

- El sentido del humor es el método de entender la vida de una manera más seria. Hago humor siempre, como cuando digo que quiero orinar en los muros de la catedral. Esa es mi manera de entender el mundo y también la literatura. Un escritor puede creerse a sí mismo, y creer que lo que está haciendo tiene algún valor, pero si lo diviniza, si lo entroniza, la caga. Es una opinión personal. Una novela seria, de ésas en las que el escritor se toma tan en serio a sí mismo que no hay ni gota de humor, de esa novela en veinte años no hablará nadie. El humor es angustiante. Las películas de terror sin un punto de humor no dan miedo.

- La segunda parte incluye un relato sobre cómo escribir un cuento corto.

- Ahora hay mucho libro muy gordo. Es como el cine. Para explicarte cómo va un hombre de aquí a esa panadería a comprar, dos horas. Tengo que ir rápido, no puedo perder el tiempo. Cuanto más largo es un libro, más dilatas la resolución y más te crees un gran escritor. Es la teoría de "yo la tengo más larga". Más larga no significa mejor. Montanelli decía que una novela son 80 líneas de texto y tres metros cúbicos de aire y que él quitaba esos 80 metros y dejaba las 80 líneas y creo que tenía razón.