Las obras de acondicionamiento que convierten los módulos de convivencia en lugares tan alejados de las tradicionales cárceles están realizadas por los propios reclusos. Ellos mismos se encargan de sustituir las rejas por cristaleras, de pintar de blanco luminoso las paredes, de plantar flores en el patio y, los más talentosos, de pintar los llamativos murales que cubren los muros del módulo. En el interior destacan unas cabinas telefónicas al más puro estilo londinense realizadas con madera en un taller.