Pese a que lleva seis años retirada de la vida política, Isabel Tocino tendría hoy mucho que contar: sobre el Plan Hidrológico que diseñó; el cambio climático -fue ella quien estampó la firma de España en el tratado de Kyoto- y hasta sobre la situación del PP. Pero al Club FARO vino a hablar de su experiencia como madre de hija celíaca. Isabel Tocino está hoy en estos menesteres: abandonó la política en 2002 tras ser presidenta de la Comisión de Exteriores y fue cautivada por las nuevas tecnologías. Tras presidir una empresa de sistemas, Siebel Systems, pasó al mundo de las finanzas a través de Banif (banca privada) y del consejo de administración del Banco Santander. Además, es consejera de Telemadrid y consejera electiva del Consejo de Estado. "Cuando te retiras del foco mediático no sólo no lo echas en falta, sino que además ganas en calidad de vida", asegura.

- ¿Lo que hace ahora le llena, no nota un vacío?

- Estoy encantada. He trabajado siempre en el ámbito público, y pasar a la vida privada no deja de ser una reconversión. Es una labor de asesoramiento sin tiempo para aburrirse, porque las entidades financieras tienen un protagonismo importante en la situación de desaceleración económica que estamos viviendo.

- Así lo llama el Gobierno, mientras que su partido, el PP, prefiere hablar de "crisis"...

- No quiero entrar en la semántica. Me preocupa que se haya querido vivir de espaldas a la realidad. De repente se ha producido un parón en los ciclos de crecimiento, y lo llamo desaceleración porque quiero pensar que se es consciente ya de que la crisis se nos va a venir encima. La inflación es el grave problema que tiene España. Cuando se unen desempleo, inflación y altos tipos de interés, el panorama no es nada halagüeño. No hay más que ver la cantidad de empresas y comercios que están cerrando, la bajada de precios de la vivienda... Si se hubieran acometido reformas estructurales antes, a lo mejor estaríamos más preparados.

- ¿Estamos en el vagón de cola de las nuevas tecnologías?

- No me gusta llorar, decir que España es la última. Estamos bajando en el nivel de productividad, y eso es lo que de verdad me preocupa. Las nuevas tecnologías ayudan a las empresas ser más eficientes. Y con el nivel educativo que tenemos en España, no deja de ser preocupante.

- ¿Qué opina del debate actual sobre el cambio climático? ¿Coincide con las posiciones de Al Gore o es más escéptica?

- Negocié y firmé el tratado de Kyoto y ayudé a poner en pie el primer Ministerio de Medio Ambiente, que ahora lamento que se disfrace con otra terminología, porque puede perder peso. Hay que hacer un uso eficiente de los escasos recursos, y eso no se ha hecho, con independencia de que sean inalcanzables los límites que nos pusimos en Kyoto. Ahora se reúnen para decidir cuánto más nos vamos a exigir para 2020, lo cual me parece una huida hacia adelante. Y es imposible cumplir el protocolo de Kyoto mientras le sigamos dando la espalda en España a la energía nuclear.

- Incidentes como el reciente de Ascó no animan a adoptarla...

- Los antinucleares tienen que buscarse razones que creen de peso. Lo de Chernobyl tenía que pasar, porque la URSS, en plena guerra fría, no aceptó nunca controles de Estados Unidos. Hay muchas centrales en el mundo dando energía limpia y eficiente; le compramos electricidad procedente de nucleares a Francia.

- Usted participó en el único congreso del PP (1987) en el que concurrieron dos candidaturas, la de Rodríguez de Miñón -la que usted apoyó- y la de Hernández Mancha, que resultó vencedora. ¿Cree que en junio debería haber también candidaturas alternativas a la de Rajoy?

- Estoy en el PP como militante desde 1986, y he participado en todos los congresos. Está en los estatutos que se pueden presentar cuantos candidatos reúnan los requisitos, por lo cual me parece muy bien que haya cuantas candidaturas sea necesario plantear.

- Usted ha sido pionera en el asociacionismo y en la divulgación de la celiaquía. ¿De qué se siente más orgullosa?

- No es una cuestión de orgullo. Fue tanta angustia la que pasé que decidí que no la pasaran otros padres, por eso creé una asociación. Tampoco me había planteado escribir un libro, pero el médico me dijo que podría ayudar.

- A la condesa de Romanones le diagnosticaron celiaquía a los 76 años...

- No se lo supieron detectar. Tenía una mala salud de hierro desde pequeña. Le quitaron el gluten y hay que ver cómo está de fuerte.

- Tal vez a mucha gente le ocurra lo mismo...

- Ese es uno de los problemas que todavía existen. Es una enfermedad, porque si no se sigue la dieta pueden ser letal; pero, paradójicamente, el celíaco no es un enfermo, porque no requiere medicación ni controles, simplemente abstenerse de comer gluten.

- Recientemente se le negó comulgar una forma sin gluten a un niño en Huesca. ¿Está haciendo la Iglesia todo lo que puede para no discriminar a los celíacos?

- Puede haber algún cura que desconozca la enfermedad. Eso lo habrán planteado para la Primera Comunión. Ojalá fueran esas las únicas transgresiones que hace. Vea el ejemplo que está dando el Santo Padre en Estados Unidos. Ningún celíaco va a empeorar por la Iglesia Católica.

- ¿La prioridad es bajar el precio de los alimentos?

- Yo diría que es el diagnóstico precoz y la responsabilidad de las casas para asegurar que ese alimento no contiene nada de gluten. También un etiquetado riguroso con la composición y ayudas para la compra de alimentos.