Los Reyes inauguraron ayer en el Museo del Prado la mayor exposición, desde la organizada en 1996, dedicada a Francisco de Goya, coincidiendo con la celebración del bicentenario del inicio de la Guerra de la Independencia (1808-1812). Los lienzos "El 2 de mayo de 1808 en Madrid: la lucha contra los mamelucos" y "El 3 de mayo en Madrid: los fusilamientos en la Montaña de Príncipe Pío", recién restaurados, son las estrellas de la muestra, que refleja una de las etapas más turbulentas de la historia de España.

Don Juan Carlos y doña Sofía recorrieron las salas del Prado que exhiben las doscientas obras de "Goya en tiempos de guerra", una reconstrucción del diario artístico del pintor desde 1795 a 1819. De todas las obras, 90 son pinturas. De ellas, 65 pertenecen a otras instituciones y colecciones particulares como "Majas al balcón" y "El prendimiento de Cristo", uno de los que han sido restaurados especialmente por los expertos del Prado con motivo de esta exposición.

Acompañó a los Reyes el ministro de Cultura, César Antonio Molina, para quien este recorrido por las obras del maestro aragonés era el primer acto tras tomar posesión de su cargo; el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón; el presidente del Patronato del Museo del Prado, Plácido Arango, y el director de la pinacoteca, Miguel Zugaza.

Los Reyes se detuvieron especialmente ante dos de los cuadros restaurados para la ocasión: "El dos de mayo de 1808" y "El tres de mayo de 1808".

Nueva luz

Centrada en torno a estos dos imponentes cuadros que brillan con una luz nueva, la muestra incluye casi 200 obras del artista, desde sus brillantes y conocidos retratos cortesanos hasta sus pequeñas litografías y estampas, que reflejan la oscuridad del alma humana. La exposición se inscribe dentro de la programación que conmemora el Bicentenario de la Guerra de la Independencia.

El relevante número de piezas cedidas por institucionales nacionales e internacionales, junto a las obras procedentes de colecciones particulares, que raramente se prestan, convierten a esta exposición en una ocasión única para contemplar pinturas y dibujos del artista desde su "renacer" como hombre y como artista a una "nueva sensibilidad" para captar lo esencial y abandonar lo superfluo, según explicó su comisaria, Manuela Mena. El recorrido cronológico de la exposición se inicia a finales del siglo XVIII, cuando Goya comenzó una nueva etapa, de mayor independencia creativa y de avances estilísticos y conceptuales, que culminó con la serie de aguafuertes de los "Caprichos" (1799) y "La familia de Carlos" IV (1800), y concluirá en 1819 con su última obra pública, "La comunión de San José de Calasanz".