Las plantas no deben ser tratadas de manera arbitraria, e infligir daños sin ningún motivo a un vegetal "no es moralmente admisible", dijo hoy una comisión ética suiza.

Estas son algunas de las conclusiones de un informe de la Comisión federal de ética para la biotecnología en el terreno no humano (CENH), titulado "La dignidad de la criatura en el reino vegetal" y hecho público hoy en Berna.

Elaborado por un grupo de expertos, el informe intenta dar respuesta a cuestiones éticas sobre el respeto a las plantas y sobre si éstas poseen o no un valor moral.

En el debate se constataron algunas diferencias de opinión, pero los miembros de la comisión concluyeron por unanimidad que un ataque arbitrario infligido a las plantas no es moralmente admisible.

"El hecho de arrancar las flores al borde de la carretera sin ninguna razón válida es un ejemplo de acto arbitrario", señala el informe, de 24 páginas.

Sin embargo, los expertos no se pusieron de acuerdo sobre otras cuestiones relativas a la utilización de las plantas.

La mayoría de ellos opinó que las modificaciones genéticas efectuadas sobre las plantas no contravienen la idea de la dignidad de la criatura siempre que se mantenga su autonomía, es decir, su capacidad de reproducción o de adaptación, "y bajo reserva de las limitaciones ligadas a la ética social en materia de modificación genética de las plantas".

La mayoría de los expertos también opinó que si el hombre modifica genéticamente un organismo vegetal, "debe tener en cuenta la conservación y la protección de las estructuras naturales, las que no están bajo la influencia del hombre".

Y también estuvieron de acuerdo la mayoría de los ponentes en que está moralmente justificada toda acción que implique directa o indirectamente a las plantas si ésta tiene el objetivo de conservar la especie humana, siempre que se respeten los principios de proporcionalidad y de precaución.

La elaboración de este informe intentó dar respuesta a las distintas consideraciones que existen en la sociedad sobre la dignidad de las plantas, y partió de la base de que la Constitución federal suiza reconoce el derecho a la protección del reino vegetal.

Esta protección legal se articula en tres ejes: la protección de la biodiversidad, la protección de las especies y por último la obligación de respetar la integridad de los organismos vivos, la llamada "dignidad de la criatura".

Creada por el Consejo Federal (gobierno colegiado helvético) en 1998, la CENH recibió el encargo de concretar esa noción constitucional de la protección del reino vegetal, y de responder a la pregunta de qué razones deben estar detrás de esa protección, y en concreto si las plantas poseen valor moral.

El informe constata la realidad de que la idea de que las plantas tienen "dignidad" provoca desaprobación y hasta rechazo en algunas personas.

"Muchos consideran el respeto moral respecto a las plantas como una idea ridícula", reconocen los expertos.

Además, para muchas personas, el hecho de que se planteen cuestiones morales sobre la utilización de las plantas no tiene ningún sentido ya que los vegetales se situarían en un terreno moralmente neutro.

Otras voces opinan que "la vida del ser humano se haría demasiado complicada si cada una de sus acciones debiera ser objeto de una justificación moral" y otros temen que las obligaciones hacia las plantas podrían relativizar otros deberes prioritarios en el plano moral, los referidos a los humanos e incluso a los animales.

Entre las numerosas cuestiones debatidas por los expertos, ocupó un importante lugar la de si las plantas tienen sensibilidad.

Sin llegar a un acuerdo, la mayoría de los expertos no excluyó la idea de que así sea, mientras una minoría rechazó atribuir sensibilidad a las plantas al no encontrar razones para demostrarlo.