Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña han predicho la existencia de un nuevo planeta extrasolar con una técnica que facilitará la detección de mundos habitables en menos de una década. Así lo avanzó hoy el director del equipo investigador, Ignasi Ribas, cuyo trabajo ha sido publicado en el último número de 'Astrophysical Journal Letters'.

"La nueva metodología nos permitirá descubrir planetas cada vez más pequeños --explicó--. Creo que en menos de una década encontraremos el primer planeta que se parecerá a la Tierra en masa y órbita". Así, el nuevo exoplaneta ha sido detectado utilizando las perturbaciones que él mismo ejerce sobre otro ya conocido que orbita la misma estrella.

Un planeta habitable, en el que exista alguna forma de vida, debe tener una masa similar a la de la Tierra, agua líquida en la superficie, atmósfera y una distancia orbital respecto a su estrella también similar a la que separa la Tierra del sol.

Gracias a otra técnica recientemente utilizada en otro trabajo, la teledetección (observación de desequilibrios químicos en la atmósfera sólo atribuibles a la existencia de vida) se podrá determinar si en planetas de estas características existe alguna forma de vida que, según Ribas, será posiblemente muy diferente a la de la Tierra. "En una Galaxia con 100.000 millones de estrellas, es bastante probable que se den las condiciones para la vida en otros lugares", aventuró.

A 30 años luz de la Tierra

Ribas, junto con otro de los investigadores del equipo Andreu Font, presentó en rueda de prensa en Madrid los resultados de este revolucionario hallazgo, que supone la existencia de un nuevo exoplaneta (fuera del sistema solar) denominado 'GJ 436T' porque orbita la estrella 'GJ 436', a 30 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo.

Este nuevo cuerpo celeste tiene cinco veces la masa de la Tierra, es decir, es el más pequeño exoplaneta detectado de los 300 que se conocen hasta el momento, ya que la mayor parte son gigantes gaseosos parecidos a Júpiter. Los planetas más pequeños, entre una y 10 veces la masa de la Tierra, se denominan super-Tierras. El último descubierto, tendría un radio 50 por ciento superior al de la Tierra y sería de tipo rocoso.

En ningún caso sería habitable, además, porque la distancia de su estrella es muy inferior a la de la Tierra y el Sol. "Si se confirman los datos, mientras que la Tierra da un giro completo sobre sí misma en 24 horas, este planeta lo hace en 4,2 días terrestres. Asimismo, la Tierra tarda 365 días en dar la vuelta alrededor de su estrella, el Sol, y el exoplaneta gira alrededor de la suya, GJ 436, en 5,2 días", detalló.

En la Tierra, un día completo, el tiempo que transcurre desde la salida del sol de un día hasta la del día siguiente, coincide con el tiempo del movimiento de rotación. En este planeta ambas cosas no coinciden, ya que los movimientos de rotación y traslación son muy similares. Por este motivo, un día completo del planeta, es decir, desde la salida de su estrella hasta que vuelve a aparecer, sucede en 4 años planetarios, que corresponde a 22 días terrestres.

Predicción por simulación informática

Los investigadores han conseguido explicar la existencia del planeta extrasolar mediante simulaciones informáticas. Concretamente, el trabajo predice la existencia de un pequeño planeta que perturba a otro planeta interior, causando cambios en su órbita.

Una búsqueda en observaciones disponibles de velocidades radiales (velocidad de un objeto a lo largo de la línea visual del observador), ha permitido además encontrar la posible señal de un planeta, que estaría en resonancia con la anterior, de modo que por cada dos órbitas del planeta conocido, el nuevo planeta completaría una.

Aparición de tránsitos

En 2004, un grupo de investigadores norteamericanos estudió la estrella 'GJ 436' mediante la técnica de velocidades radiales y descubrieron un planeta a su alrededor. El planeta, de tipo gaseoso y con una masa 22 veces superior a la Tierra, se encuentra próximo a su estrella y describe una órbita completa en 2,6 días, que resulta ser ligeramente elíptica, algo difícil de explicar por los científicos.

A mediados de 2007, un equipo suizo detectó la existencia de tránsitos en el gigante gaseoso (cuando el planeta pasa por delante de su estrella vista desde la Tierra, lo que implica una disminución del brillo de una estrella cuando el planeta cruza frente a su disco). Este hecho no se había observado en el anterior estudio.

El equipo dirigido por Ribas decidió estudiar las dos características singulares de este sistema planetario: su órbita elíptica, a pesar de ser pequeña, y la ausencia de tránsitos en 2004 y su posterior descubrimiento en 2007.

"Las simulaciones informáticas predijeron la existencia de un pequeño planeta que orbitaba GJ 436 y que perturbaba al planeta interior causando cambios en su órbita. Además, estudiamos los datos disponibles de las observaciones de velocidades radiales, lo que nos permitió encontrar la posible señal de un planeta que encajaría perfectamente con las simulaciones llevadas a cabo", destacó el investigador del CSIC

Un sistema similar fue utilizado en el siglo XIX para detectar Neptuno. Entre 1843 y 1845, los astrónomos Urbain Le Verrier y John Adams estudiaron los movimientos de Urano en el Sistema Solar y detectaron desviaciones que atribuyeron a la perturbación causada por otro planeta. Un año más tarde, gracias a esas predicciones, el científico Johann Gottfried descubrió Neptuno.

Junto a los investigadores españoles también ha trabajado elinvestigador del Institute d'Astrophysique de París Jean-Philippe Beaulieu. El equipo espera confirmar todos estos datos cuando el nuevo exoplaneta transite por su estrella.