Es muy posible que la biología no marque el destino de los que vendrán después de nosotros... ¿Qué nos falta para llegar al ciberhombre? Y es que cuando aún no conocemos cómo apareció la vida en la Tierra, el hombre ya se propone ir hacia un nuevo tipo de vida en que sean los chips y no la bioquímica los que marquen el camino futuro". Eso dijo ayer el catedrático de Física en la Universidad de Barcelona Javier Tejada, premio, entre otros recibidos, Príncipe de Viana, en su charla "Del Big Bang al ciberhombre".

Presentado por José Luis Legido, catedrático de Física en la Universidad de Vigo, lo que explicó este doctor Honoris Causa por la City University de Nueva York fue que la gran paradoja del momento presente es que ahora que los bioquímicos comienzan a dominar el genoma vislumbramos un futuro que muy posiblemente no estará totalmente ligado a la evolución biológica. En definitiva, si hasta ahora han sido los genes los que han regulado el destino de todos nuestros ancestros, es muy posible que en el futuro este papel determinista lo jueguen los chips. O sea, cambiar átomos por chips. Y la pregunta que se hizo fue sugerente: ¿Cuánto quedará del hombre con uno o mil chips conectados a su cerebro?

Dicho de otro modo y también en sus propias palabras, la pregunta que formuló fue si nos falta mucho para pasar del "bilingüismo cuántico y de los yo" al determinismo de los chips. Y un colofón interrogativo: ¿Cuándo dejaremos de ser nosotros mismos si empezamos a insertar chips en nuestro cerebro?.

Hablar del paso del Big Bang al ciberhombre, motivo de su charla, obligó a Tejada a referirse a la edad del Universo (14.0000 millones de años), de nuestro sol (5.000 millones), de la Tierra (4.500 millones), de los primeros organismos unicelulares (3.500 millones)......"Pues bien -señaló-, si la evolución del Universo la mostráramos en una película de tres horas de duración, la evolución de la vida aparecería durante la última media hora. A los animales los veríamos durante los últimos cinco minutos y los humanos apareceríamos en una escena cuya duración sería una pequeña fracción del último segundo de la película. La historia de las civilizaciones humanas ocuparía los últimos tres milisegundos y la ciencia se mostraría en un `flash´ de duración de una décima de milisegundo".

Lo que tan bien ejemplificó Tejada en ese afán tan suyo de hacer accesible la ciencia tenía, entre otras, una conclusión: si comparamos las edades del Universo y de la ciencia debemos concluir que ésta se encuentra mucho más en una fase embrionaria que en su infancia. Y, sin embargo, para llegar al ciberhombre "nos faltaría algún milisegundo más de la película en cuestión".

Se detuvo el científico en la respuesta a esa clásica pregunta, de dónde venimos, para señalar la teoría del Big Bang, "una gran explosión en la que apareció el tiempo y la materia", para hablar luego de diferentes descubrimientos científicos sobre el universo, el mundo cuántico... y un momento importante de su charla lo destinó a la búsqueda de energías.

¿Tenemos suficiente energía libre para continuar durante mucho más tiempo con los avances tecnológicos? Eso preguntó tras afirmar que hoy, en los países desarrollados, consumimos "per cápita" 20 veces más que hace dos siglos. E hizo este físico una afirmación valiente por lo poco correcta políticamente: "La evolución de la vida está ligada totalmente a la cantidad de energía disponible. La fusión nuclear constituye, por ahora, la única gran esperanza para salvar la crisis energética. De implementarse dispondríamos de combustible durante siglos, además de que es muy eficiente energéticamente hablando y constituye un modo de generar electricidad sin contaminación nuclear".