Según Pilar Varela, la timidez "nace y se hace". Citando estudios de la Universidad de Harvard, señaló que ya a los 3 meses de vida se distinguen bebés inhibidos y expresivos, y que esa pauta se reproduce a los dos años y a los 20 años. Sin embargo, la timidez también se aprende en casa, y un exceso de protección por parte de los progenitores puede fomentarla. "La de los padres sobreprotectores no es una buena fórmula educativa -advirtió-. Los humanos nacemos audaces, y el primer paso de la audacia es ser curioso. No podemos coartar esa audacia que nos permite combatir los problemas de la vida", aconsejó la psicóloga.

La timidez puede también responder a un trauma, como una situación de intenso ridículo. "Recuerdo un ridículo que hice cuando tuve nueve años, y han pasado por lo menos veinte", bromeó.

Además, la timidez es contagiosa: cuando se reúnen un tímido y un sociable, éste no le contagia la sociabilidad al primero, sino que ocurre a la inversa, por lo que la situación suele derivar en un silencio embarazoso.