La película, que competirá la semana que viene en la Sección Oficial de Documentales del Festival, se desarrolla en Freedom Park, un asentamiento de chabolas en Sudáfrica, donde la red de mujeres pone en marcha Tapologo, su organización de autoayuda.

En ella aprenden a ser enfermeras de su comunidad transformando la miseria y la degradación en resistencia y optimismo, según un comunicado de la productora del documental.

Un obispo, Kevin Dowling, las apoya y se cuestiona qué sentido tiene la doctrina moral sexual de la Iglesia Católica en esta situación.

Tapologo no solo ha creado la red de enfermeras que visitan a los pacientes en chabolas y casas, les aconsejan, les cuidan, les acompañan a hacerse el test de VIH si así lo deciden, sino que también desarrolla otro programa, dedicado para huérfanos y niños vulnerables (dada la mortalidad masiva de madres jóvenes).

Así mismo, la red consigue anti-retrovirales para sus pacientes, y las asistentes a domicilio se encargan de que las pacientes sigan el tratamiento a pesar de la presión masculina y de las supersticiones.

Finalmente, la red ha creado un centro para enfermos terminales donde las personas sin familia y sin recursos tienen un lugar donde morir cuidados, sin dolor y con dignidad.

Las dos directoras califican el rodaje de la película de "una experiencia muy dura, porque es tremendo estar en una chabola de tres metros cuadrados con una mujer de 25 años muy enferma de SIDA, y nosotras allí, sanas, con la cámara y la pértiga".

"Pero también fue una enorme lección en todos los sentidos.

Trabajábamos siempre con alguna de las enfermeras voluntarias de Tapologo, nos conocían, comíamos con ellas, charlábamos, nos enseñábamos fotos de nuestras familias, las llevábamos a sus casas al final del día, y nos reíamos juntas", añaden.

"Es una historia sobre las mujeres de Tapologo, contada por nosotras pero junto con las protagonistas", concluyen.