La cantante estadounidense Madonna y el cantautor canadiense Leonard Cohen ingresaron ayer, junto a otros artistas, en el Salón de la Fama del Rock and Roll en una ceremonia celebrada en Nueva York y a la que no faltaron estrellas de la música y el cine. Madonna y Cohen centraron todas las miradas en la vigésima tercera edición de una de las noches más importantes de la industria musical norteamericana, a la que también acudieron personajes tan conocidos como los cantantes Justin Timberlake, Lou Reed, Billy Joel y Ben Harper, y los actores Tom Hanks y Michael J. Fox.

La nueva promoción de ese museo del rock and roll, elegida por más de 600 profesionales de la música, está compuesta, además de por la "reina del pop" y el poeta folk, por el rockero John Mellencamp, el grupo de rock instrumental The Ventures y la banda británica de los sesenta The David Clark Five.

Madonna obvió las críticas sobre si su música pertenece al mundo del rock para formar parte del salón y recibió el galardón que la sitúa entre artistas como Elvis Presley, Aretha Franklin, Bob Dylan, los Beatles y los Rolling Stones de manos del cantante Justin Timberlake, quien dejó claro que la "ambición rubia" no es "ninguna pieza de museo antigua".

"Nadie ha ingresado en el Salón de la Fama del rock con el buen tipo que tiene Madonna", bromeó Timberlake, quien añadió que la cantante ha llegado donde está "trabajando más duro que nadie".

Madonna, con un vestido negro de transparencias que imitaba a un esmoquin, agradeció su ingreso en la institución con un discurso emotivo con el que recorrió su vida recordando todas las etapas de sus casi veintiséis años de carrera musical y dando las gracias a quienes la han apoyado.

Leonard Cohen, que este año regresa a los escenarios tras quince años de silencio, fue apadrinado en la ceremonia por otra leyenda del rock, Lou Reed, mientras que el cantautor irlandés Damien Rice interpretó su famoso "Hallelujah".