El tiempo es oro, pero en Vigo se cotiza a la baja y de forma simple y solidaria. Las horas ni se compran, ni se venden, pero sí se pueden cambiar. Esto es lo que hacen ya casi cincuenta personas en la ciudad que están inscritas en el Banco del Tiempo. La iniciativa, puesta en marcha por la Federación de Vecinos Eduardo Chao hace escasos meses, consiste en ofrecer servicios -generalmente labores cotidianas del día a día- a otras personas, de las cuáles se recibirá también una ayuda en aquellas tareas que se solicite.

"Ha tenido muy buena aceptación y cada vez vienen más personas. El único pero, y por suerte no es negativo, es que la mayoría de los que vienen quieren ayudar de forma desinteresada, sin recibir a cambio ninguna ayuda. Pero al final siempre les convencemos para que reciban ´el tiempo´ que ellos han dedicado a otras personas. Al fin y al cabo, esa es la filosofía de esta iniciativa pionera en Galicia", explica Mercedes Collazo, vocal de la Federación Vecinal.

Acompañar a los niños al colegio, dar clases de informática, bricolage, "chapuzas" caseras, arreglar un jardín... Éstas son sólo algunas de las tareas que ofrecen los integrantes del Banco del Tiempo. Pero cualquier ayuda tiene cabida en esta iniciativa. "Se ha apuntado un psicólogo, gente que se ofrece a dar masajes, otros que están dispuestos simplemente a hacer compañía, e incluso una persona que plantea un servicio de lectura para invidentes", explican desde Eduardo Chao.

Perfil

A pesar de que en el Banco del Tiempo tiene cabida cualquier persona, hasta el momento las mujeres ganan de "goleada". Ahora hay apuntadas 31, frente a 13 varones. En cuanto a la edad, desde la Federación de Vecinos lamentan que todavía no hay nadie menor de 25 años que se haya interesado, -la mayoría supera los 30-. Respecto a la formación, los universitarios se sitúan en lo más alto del ránking, con 16 personas; 15 presumen de Formación Profesional, 4 de Secundaria y 11 tienen estudios obligatorios.

A pesar de que desde la Federación de Vecinos aseguran estar contentos con la respuesta de los ciudadanos a esta iniciativa, confiesan que al principio "costó mucho ganarse la confianza de los usuarios; fue complicado conseguir que la gente estuviera dispuesta a delegar una de sus tareas cotidianas, como llevar a los niños al colegio o que entraran en su casa, a un desconocido. Problema que se solucionó poco a poco gracias a las reuniones periódicas que mantenemos los integrantes del Banco del Tiempo", explica Mercedes Collazo.

Desde Eduardo Chao esperan que poco a poco el banco del tiempo tenga la "gran aceptación" que tuvo en otras ciudades españolas como Barcelona o Sevilla. "Al fin y al cabo, ayudar a unos y recibir el mismo favor de otros no es nada nuevo en Galicia. En los pueblos todavía se sigue haciendo, ya sea para plantar patatas o vendimiar la uva. El Banco del Tiempo es algo similar, pero trasladado a la ciudad. Lo importante es tener ganas de ayudar y saber que siempre habrá otra persona que podrá echarte una mano de forma desinteresada en alguna tarea", describe uno de los integrantes.