Luis Rubiales, el hombre que carga con parte de la responsabilidad de lo sucedido en el Mundial de Rusia tras fulminar a Lopetegui a dos días del comienzo del torneo, se enfrenta ahora a la complicada decisión de elegir "su seleccionador" porque es una evidencia que a Lopetegui lo había heredado tras ganar las elecciones a la presidencia de la Federación.

Ya se sabe que Fernando Hierro no seguirá al frente del equipo, algo que comentó el propio Rubiales en el vuelo de vuelta que trajo a la selección española desde Krasnodar a Madrid. El malagueño fue un parche, asumió un papel complicado en un momento especialmente duro tras la salida de Lopetegui. Era evidente que nadie esperaba que su permanencia en el banquillo se estirase en el tiempo.

Ahora llega la hora de tomar decisiones. Rubiales y la Federación ya manejan diferentes opciones. Hierro debe cambiar rápido de papel. Va a pasar en unas horas de ocupar el banquillo a participar en la elección de su sucesor como director deportivo de la Federación, el cargo al que regresa tras el Mundial.

En la mesa y en la cabeza de Rubiales ya hay varios candidatos y no se esperan muchas más opciones. Los primeros nombres que han surgido son el de Míchel, el de Luis Enrique, el de Quique Sánchez Flores, el de Quique Setién e incluso el de Paco Jémez. Una vez más se descarta la posibilidad de buscar a alguien fuera del mercado español, alguien que no esté condicionado ni contaminado por las eternas guerras que acaparan el día a día del fútbol español.

Michel es el candidato eterno. El "suena Míchel· se ha convertido en un clásico al que los aficionados recurren con insistencia cada vez que hay un banquillo libre en el fútbol español. Esta vez parece que la cosa va en serio y Rubiales se plantea que sea una de las opciones. Conoce bien el fútbol español, tiene experiencia, defiende un estilo bastante estético.

Luis Enrique es posiblemente el mejor entrenador de los aspirantes que han surgido en esta primera oleada, pero también es la opción más radical e inquietante. El carácter del exentrenador del Celta y del Barcelona no parece jugar a su favor. El seleccionador español es habitualmente un relaciones públicas, alguien que tiene que lidiar en medio de las tensiones con los clubes y con el entorno del equipo. Del Bosque o Lopetegui se han hartado de lidiar con los medios de comunicación en un intento por acercar más a la selección a la gente. Es parte de la estrategia de la Federación. Luis Enrique es alérgico a los medios y su carácter poco diplomático puede resultar un problema.

Otras posibilidades son Quique Flores (que en sus últimas experiencias no ha conseguido cuajar pero a quien no se le puede negar su conocimiento del fútbol más allá de su dudoso gusto a la hora de elegir estrategia), Quique Setién (muy enganchado al Betis y con el estilo más atrevido y descarado de los aspirantes) o Paco Jémez. El canario es una posibilidad algo disparatada por su estilo en ocasiones completamente suicida. Se lleva bien con Rubiales y es verdad que nunca ha tenido la oportunidad de dirigir a un equipo de un nivel como el de la selección española. Parece una estravagancia que su nombre aparezca en las primera quinielas, pero los caminos de Rubiales son inexcrutables. Que se lo pregunten si no a Lopetegui.