Calzado barefoot: la opción 'natural' para tus pies avalada por podólogos
La tendencia del calzado respetuoso gana adeptos, incluso entre los creadores de contenidos
Expertas analizan sus muchos beneficios, pero también sus limitaciones

Los podólogos ven en esta nueva tendencia una forma de cuidar la salud de nuestros pies. / Envato

Desde comenzar el día con buen pie hasta los 10.000 pasos recomendados para mantener un estilo de vida activo. Ya sea en sentido literal o figurado, los pies juegan un papel fundamental en nuestra salud, en el desarrollo de actividades física y en el conjunto de nuestro día a día. Sin embargo, suelen ser los grandes olvidados.
El uso de calzado inadecuado, zapatos demasiados estrechos, tacones demasiados altos… Muchos factores llevan tiempo deteriorando la salud podal. Incluso las campañas de márquetin que tratan de vender botas o deportivas para la infancia como «lo último» en tecnología del calzado y que, finalmente, terminan descubriéndose como totalmente inadecuados para el desarrollo de la marcha en los más pequeños.
Pero parece que ahora la tendencia ha cambiado de bando y el calzado respetuoso o barefoot ganan cada vez más adeptos. Ver a la top model estadounidense Ashley Graham o a la presentadora Cristina Pedroche con este tipo de zapatos ha contribuido a la expansión de estos productos. Los padres tienen entre sus referentes a la popular podóloga especializada en infancia Neus Moya que supera ya los 600.000 seguidores en Instagram. De hecho, los creadores de contenidos que promocionan este calzado -ya sea campaña pagada de por medio o no- se multiplican, como lo hacen los negocios que se especializan en él o, al menos, lo incluyen en su catálogo.
La pregunta que surge siempre en estos contextos suele relacionarse con si se trata de una moda más o si estamos realmente ante un estilo que reporta verdaderos beneficios a la salud.
Sonia Pereira, podóloga especializada en biomecánica, ortopodología y podología funcional y deportiva con más de dos décadas de experiencia lo tiene claro, «es una moda bienvenida» sin embargo, como todos los aspectos de la salud «deben analizarse de manera individualizada».
Se considera calzado respetuoso aquel que «se parece lo más posible a la estructura del pie, con un antepié amplio, que permite el libre movimiento de los dedos, muy flexible y con una suela muy fina que favorece ese libre movimiento». A priori, estas características contribuyen a disminuir problemas relacionados con los pies, desterrando o limitando a un uso muy excepcional zapatos «muy estrechos, rígidos, con plataformas o taconazos».
«Si tienes alguna dolencia en los pies lo primero que vas a hacer es no caminar bien, posiblemente se intente compensar ese dolor y aparezcan molestias en otras partes, como cadera, rodillas, espalda, incluso las cervicales» explica la experta. Por no hablar de las fascitis, los acortamientos musculares o los famosos «juanetes». Situaciones de este tipo sostenidas en el tiempo puede terminar traduciéndose en problemas de movilidad, con las consecuencias aparejadas a nivel, por ejemplo, cardiovascular.
¿Significa esto que cualquier persona puede o debe utilizar calzado respetuoso y en cualquier contexto? «Sería lo ideal, pero no es así. El uso de cualquier tipo de calzado debería verse como algo personalizado. Hay personas con determinadas patologías que no podrían usar calzado respetuoso o cuya transición tendría que hacerse de manera paulatina y supervisada» señala.
Tampoco debería hacer extensible a todas las actividades, ya que la función última del calzado «es la de protegernos, de modo que en algunos deportes el hecho de utilizar un calzado con una suela muy fina puede ser un peligro». Pereira apela de nuevo a un análisis «pormenorizado de cada caso y práctica: cómo está el nivel articular, muscular, si hay alguna dolencia de base que lo permitiría o no y planificar el cambio. Hacer una transición en poco tiempo puede ser perjudicial».
En este sentido, desde el punto de vista de la fisioterapia, Laura Figuerido, con 15 años de consulta a sus espaldas, apela también a la asesoría con un podólogo, pero establece una guía grosso modo: «Si la actividad es de impacto, se precisa ajuste en la pisada mediante plantilla podológica y, a grandes rasgos, si la actividad podría realizarse descalzo sería apto el barefoot. Si el ejercicio necesita aislarse del suelo existen muchas opciones que protegen la pisada, permitiendo igualmente el libre movimiento de los dedos y de la pisada»
Cuestión de edad y de género
Para que todo este proceso en la edad adulta resulte más orgánico, la atención que se le presta a los pies en la infancia será clave. «Los niños y niñas no deberían usar nada en los pies hasta que inicien una marcha libre» o de hacerlo siempre será destinada a protegerlos exclusivamente del frío o de posibles daños. En todo caso, llegado el momento, “debería usarse un calzado respetuoso, ya que es una etapa más sensible, los pies no están madurados, no hay osificación y es más fácil que se produzca una deformidad a nivel articular o muscular que termine por afectar al resto del organismo».

El calzado 'barefoot'. / FDV
Además, Figueiredo añade que «si tenemos en cuenta que los principales captores posturales de nuestro cuerpo son la pisada, la mordida y la visión, imagina cuanto puede afectar a la construcción de nuestra postura y a nuestra manera de movernos tener los pies cerrados en zapatos rígidos y pesados». Es más, no solo es cuestión de zapatos, “sino de los pijamas con patucos o los calcetines. Al igual que en los adultos, nunca deberían ejercer presión en los dedos ni constreñir el pie”.
Existe también, apunta esta fisioterapeuta, un componente de género. «He visto muy pocos ‘juanetes’ en hombres y muy pocas mujeres sin esta deformidad. El calzado es un claro ejemplo de cómo nos condiciona la vida a estética y los roles de género porque los tacones, cuñas, plataformas, bailarinas… son una aberración contra nuestra biomecánica», apunta. Es por esto que Figueiredo también valora muy positivamente que el calzado respetuoso «huya del ‘calzado de mujer’, de tener que elevar mis talones del suelo por el mero hecho de ser mujer o de tener que encerrar mis pies en zapatos de punta estrecha para que parezcan más pequeños, esto es algo tenemos que superar ya».
Para todos los bolsillos
Llegados a este punto, quizá alguien se esté anime a buscar algún modelo de zapatos respetuosos en alguna tienda online. Tanto los novatos como los que ya han iniciado esta transición pondrán el foco en otro asunto: el precio. «Desde luego, cada economía es única, pero tal vez debamos valorar lo que es caro y es barato cuando hablamos de salud. Invertir en un buen calzado que va a ayudar a prevenir un problema de salud a la larga es mejor decisión que hacerlo en algo más comercial o ‘estético’», apunta Pereira. De hecho, añade «la curación de problemas está ahí y es necesaria, pero prevenir que algo no aparezca es lo ideal, es hacia la sanidad que debemos ir».
Con todo, la experta no duda en señalar y advertir sobre aquellas marcas que «viendo la demanda existente aprovechan para meter gato por liebre y vendernos como respetuoso algo que no lo es tanto», no solo desde el punto del diseño sino también desde los materiales «que deben contribuir a cuidar la piel y a la transpiración».
Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que aquellos que logran mantenernos en pie, por duro que sea el camino, merecen atención más allá de modas y estereotipos estéticos.
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