"Desde hace unos quince días estamos viendo más casos de irritaciones cutáneas y reacciones alérgicas por entrar en contacto con la oruga procesionaria, un lepidóptero habitual en los pinos y, por tanto, muy presente en nuestra comunidad. Sus pelos son urticantes de por sí y tocarlos puede provocar desde la aparición de unos molestos granitos que pican y escuecen hasta una reacción alérgica que pueden acabar con una conjuntivitis cuando la persona que toca la oruga no desarrolla inmediatamente la irritación y se restriega los ojos", explica el internista Jordi de Otero, de la Red Asistencial Juaneda.

Por ello, el facultativo recomienda a todo aquel que haya tocado una procesionaria lavarse las manos de manera inmediata y, si sufre una reacción cutánea, calmar el picor y el escozor con hielo y aplicar en la zona algún antihistamínico o antiinflamatorio si fuera preciso.

Este contacto con los pelos de este lepidóptero, que inoculan en la piel una especie de veneno que libera las toxinas responsables de la irritación, puede provocar también severos daños en los ojos. "Puede causar su enrojecimiento, hinchazón en los párpados y dificultad para abrirlos e incluso la ceguera, pero solo en casos tremendamente excepcionales", advierte el facultativo, que añade que estas conjuntivitis pueden llegar a requerir cortisona para su tratamiento.

A esta reacción urticante puede sumarse una alérgica si afecta a una persona sensible. "Puede llegar a provocar una anafilaxia, que es una reacción alérgica grave generalizada por todo el cuerpo, ahogos y reacciones asmáticas e incluso angioedemas en los se hincha toda la cara", enumera posibles complicaciones por un contacto con esta oruga el doctor De Otero. Unos problemas a los que no son ajenos los niños a los que les llama mucho la atención esta colorida oruga que marcha en hilera y que, como recalca el facultativo, "son inmaduros que aprenden de sus errores".