Enfermedades alimenticias
'Drunkorexia', la nueva amenaza para los jóvenes
Los atracones de alcohol y la obsesión por la imagen disparan los casos de este nuevo trastorno alimenticio

La "drunkorexia" es especialmente preocupante entre adolescentes y jóvenes hasta los 25 años. / Robert Muñoz
EFE
Los atracones de alcohol de los jóvenes para socializar y divertirse, sumados a la obsesión por no engordar, están disparando una nueva amenaza para la salud que se ha definido en la literatura médica más reciente como "drunkorexia", del inglés drunk -estar bebido- y del sufijo orexia -apetito-.
Se trata de un nuevo trastorno alimenticio que ha descrito en declaraciones a Efe el doctor Adelardo Caballero, especialista en el aparato digestivo, y que consiste en no ingerir alimentos con el objetivo de poder beber alcohol sin aumentar de peso.
Y es que a la vez que se incrementa el consumo de alcohol en forma de atracón -más de cinco bebidas en dos horas en el caso de los hombres y más de cuatro en el de las mujeres-, como revela la última encuesta sobre Alcohol y Drogas 2011-2012, no cesa de elevarse la prevalencia de los trastornos alimenticios.
"La tendencia a dejar de comer durante horas o apenas comer durante el día para compensar las calorías ingeridas con las bebidas se está extendiendo, sobre todo entre las chicas jóvenes", ha confesado el experto, que dirige un equipo multidisciplinar de especialistas sobre este problema en el Instituto de la Obesidad.
Los psicólogos de su gabinete consultados por Efe advierten de que la "drunkorexia" es especialmente preocupante entre adolescentes y jóvenes hasta los 25 años, una franja de edad en la que coincide una importante preocupación por la imagen añadida al deseo de querer beber alcohol para relacionarse con los amigos.
Las jóvenes se encuentran así ante una encrucijada y terminan por elegir no comer para poder ingerir la gran aportación calórica de las bebidas alcohólicas sin que aumente lo que marca la báscula.
Caballero se ha referido a la "conocida práctica" entre los adolescentes que durante el fin de semana comen lo menos posible para que a la hora de salir y beber los efectos del alcohol sean "más rápidos y más intensos".
La nutricionista Marta Ruiz ha señalado, en declaraciones a Efe, que este trastorno suele estar ligado con más frecuencia a personas que padecen o han padecido problemas alimentarios tipo anorexia o bulimia nerviosa, con episodios de atracones, y en aquellas tendentes a sufrir depresiones y que, a su vez, temen engordar.
Ruiz ha analizado el efecto negativo directo que se produce al beber con el estómago vacío. "Se sabe que de esta manera los niveles de alcohol en sangre se incrementan rápidamente y esto provoca un trabajo excesivo perjudicial para el hígado", ha pormenorizado.
"Si a esto le sumamos un sistema inmunitario deficiente derivado de la malnutrición provocada por los periodos de ayunos prolongados y/o personas con el esófago y estómago dañados a consecuencia de la anorexia o bulimia, los efectos en el organismo pueden llegar a ser demoledores", ha remarcado.
Caballero ha agregado que el hígado femenino sufre más por el alcohol, aunque consuma menos cantidad y durante un tiempo más corto que el del hombre. Bebiendo la misma cantidad que un varón, la sangre de una mujer absorbe entre un 30 y 50 % más, mientras que su corazón también es más vulnerable y con un 60% menos de alcohol puede sufrir la misma cardiopatía.
La nutricionista ha apuntado que una lata de cerveza supone un aporte calórico de alrededor de 110 calorías, mientras que un vaso de vino se cifra en unas 80 y un combinado supera las 200.
Si se hace dieta, ha comentado el doctor, la limitación de tomar cervezas o copas "no suele ser bien admitida por los jóvenes en general y por las chicas, en particular, que son las que antes comienzan a querer adelgazar".
Los expertos insisten en la importancia de que los padres tengan una buena comunicación con sus hijos en general, pero sobre todo en que les alerten sobre los efectos y el peligro del consumo de alcohol, ya que actualmente cada vez se inicia antes.
Los padres deben estar alerta y acudir a especialistas que puedan tratar y corregir el problema si detectan comportamientos anómalos como que el hijo o hija evite comer en familia, si pierde mucho peso en poco tiempo, si se observa deterioro físico, si tiene la cara hinchada o la piel alterada o está obsesionado con el peso.
También si va al baño de forma recurrente después de comer y si descubren que recurre al alcohol de forma habitual para relajarse y divertirse con sus amigos.
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