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Un cobertizo lleno de significados sospechosos

La poesía de Yolanda Castaño, en una antología bilingüe

Un cobertizo lleno de significados sospechosos

Leer los poemas de Yolanda Castaño me hace pensar que ha encontrado una interesante y muy personal manera de sortear varias categorizaciones, esos setos en los jardines de la poesía colocados ahí por críticas, teóricos y otra gente aburrida”, escribe el poeta Adam Zagajewski en la introducción a un “Un cobertizo lleno de significados sospechosos”, la antología bilingüe en castellano y gallego de la poeta Yolanda Castaño.

Con la imaginación erizando la metáfora, la escritora de Santiago de Compostela deposita su verso sobre flores embriagadoras para posicionarse en el mundo: “Soy la ventrílocua, la que corre cantando por los pasillos de plomo, con voz de pizarra”. Sobre toda la felicidad huidiza, buscada y extraviada: “Porque sé de esa belleza golpeada por el frío”. En Yolanda Castaño las venas abiertas del dolor ceden ante la belleza que abre con donosura su caja de esencias: “Literariamente, no puedo separarme de este papel”, dice.

Hay en su poesía muestras de autoconocimiento, una mueca de afirmación; todo contacto con el verso es una manera de definirse, como explica: “Creo en el oxímoron de la empática autorreferencialidad que habla en el poema. Por un lado, la poesía es el género en el que el autor o autora más deja de sí mismo/a –incluso si retrata un paisaje o un objeto, incluso a través de lo que calla– y donde su deuda consiste en dejar un testimonio de su mundo y de su tiempo. Pero, por el otro, ese ‘yo’ es el yo menos individual, separatista y particular que pueda concebirse. En el ‘yo’ del poema cabe todo el mundo, es un yo que no hace más que tender la mano al otro y, si habla de sí, es por la honestidad de hablar de lo poco que más o menos conoce”, como se puede apreciar al leer sus versos.

En tanto a si la poesía es romper tópicos, como ella hace desde un vibrante prisma, afirma: “Absolutamente. Si hay algo por naturaleza opuesto al lugar común, al tópico y al estereotipo, eso es la poesía. La poesía es de hecho el discurso alternativo, el lenguaje alternativo a los discursos del poder, a las narrativas de los medios de comunicación, a todos los lenguajes más gastados. No solo trata de devolver los significados a las palabras, sino de que estas progresen alcanzando otros nuevos”.

Los logros de una poeta pasional que no se deja llevar por el sentimentalismo pasan, según la autora gallega, por darse “una ducha fría antes de lanzarse al papel en blanco. De lo contrario, el poema se nos desbocaría y arruinaría, incluso en su voluntad de emocionar. Jamás debe confundirse poesía y emoción, pues lo que la poesía hace es reproducirla, interpretarla, representarla. No necesitamos que el autor/a simplemente exprese sus emociones, necesitamos que esa representación funcione, y lo haga de la manera más auténtica y veraz posible. La poesía es un código y se trata de cabalgarlo para llegar –a sus lomos– a la expresión más genuina, honesta y a la vez estimulante de un sentimiento; no se trata de que este te atropelle”.

Podría dar vértigo inaugurar una nueva colección de poesía en estos tiempos. Pero, para Castaño, “es una de esas responsabilidades que se afrontan con felicidad y orgullo, con compromiso y una especie de humilde sentido del cumplimiento. Nunca mejor dicho: se asume con palabra, lo asumo dando mi palabra”.

Un cobertizo lleno de significados sospechosos

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