Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El brindis de Margarita

En un cruce entre pasado y presente, Ana Alcolea narra con brillantez la metamorfosis que provoca el paso del tiempo, con el telón de fondo de medio siglo de historia de España

Ana Alcolea. | // ENRIQUE FANTOVA

El brindis de Margarita

El brindis de Margarita

Abro el balcón para ventilar. Sigue oliendo a vacío y ausencia. Me asomo por la barandilla. Al otro lado de las ventanas de las casas de enfrente no queda nadie conocido. Ni rastro de la casa que tuvo la primera tele en color”. Quien narra es Margarita, escritora de éxito que vuelve a su ciudad natal para vaciar el que fue su hogar y el de sus padres. De las cuatro personas que vivieron allí, solo queda ella. Su abuela, su madre y su padre han ido muriendo por ese orden. Es hija única y nadie más puede realizar la tarea. Los recuerdos van trenzando una historia de vida que teje la de muchas otras en una España del tardofranquismo que se preparaba para dar el salto hacia el cambio de siglo.

Los objetos que encuentra, los olores que permanecen en la ropa, las cartas, los viejos pasaportes la van transportando a diferentes momentos de su pasado vividos en el piso. Se va mezclando en su memoria lo personal, los reproches a sí misma y a los fantasmas de sus muertos que viven en sus recuerdos, con la Historia con mayúsculas en que se enmarca su vida y la de su familia. Una abuela que vivió todas las guerras del siglo, una madre y un padre que nacieron justo antes de la guerra. Y ella, la protagonista y narradora en primera persona, que tenía trece años cuando murió Franco. Sus recuerdos la llevan a intentar entender las actitudes de su familia hacia todo lo que estaba pasando. Y también la suya propia, atravesada por una crisis sentimental en la era de las redes sociales, en la que casi todo se exhibe sin rubor.

“Despojarme de todo lo que hay allí dentro va a ser como quitarme cada una de las capas protectoras de la epidermis y quedarme desvalida, en carne viva, a merced de todos y de cada uno de mis pensamientos. A merced de mi misma, de mi propia soledad”, reflexiona Margarita en este relato de ida y vuelta hacia el pasado y el presente. “De memoria y sin pensar demasiado. Así había sido la educación de las niñas durante décadas. Y así había sido la de mi madre, en aquel colegio y en otro al que fue becada durante un año. A ella no le habían enseñado a poner en tela de juicio nada de lo que había a su alrededor”, dice la protagonista en este viaje que pasa del blanco y negro a los colores.

Margarita no pretende concluir nada, solo dejar constancia del paso del tiempo y su misterioso devenir. “¿Por qué todo el mundo cree que su vida es la mejor, aunque no lo sea? (...). Sería insoportable vivir pensando que todo podía haber sido de otra manera”, reflexiona la narradora.

Compartir el artículo

stats