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Titanes de la novela gráfica

Cómics con narraciones maduras que han logrado el éxito y el prestigio social. Dos de sus mejores exponentes, Miguel Gallardo y Paco Roca, retornan por Navidad

Portadas de los cómics de Miguel Gallardo y de Paco Roca.

La importancia de “María y yo”, de Miguel Gallardo, y de “Arrugas”, de Paco Roca (ambas editadas por Astiberri hace más de diez años ya), es incuestionable. Otros ejemplos previos tantearon el formato de libro y hasta el de “tocho” (“Blankets” de Craig Thompson, por ejemplo) pero en España el éxito de estos dos cómics aupó una nueva etiqueta a categoría de un modo de entender los tebeos para muchos y muchas. Un modo no diré nuevo, porque no lo era el cómic adulto, pero sí visibilizado para un nuevo lector (maduro y ocasional) y vigorizado por autores que miraban sin prejuicios al medio, llevándolo por lugares inhóspitos (del diseño publicitario a la renovación formal venida desde los noventa del cómic “indie” norteamericano).

Gallardo era ya un icono, el creador de Makoki. Roca un autor conocido pero, está claro hoy, aún en crecimiento. Sus obras tuvieron tal éxito que acabaron generando proyectos cinematográficos (y galardonados por los Goya, incluso). Fueron un modo de volver a presentarse y de presentar al medio a modo de rampa de lanzamiento. Hoy ambos gozan de un dominio de la alquimia de su arte brutal, por eso Algo extraño me pasó de camino a casa (Gallardo) y Regreso al Edén (Roca) son dos obras que ya deben tenerse en cuenta cuando queramos censar el año. Posiblemente, también la década. Palabras muy mayores.

Gallardo vierte en una suerte de diario gentil e impregnado de humor su percance con un tumor y la recuperación de tal trance… durante el estado de alarma del pasado invierno/primavera. Donde otro podría generar un drama meloso digno de una de esas peliculazas del sábado por la tarde, Gallardo entrega un relato sensible, vital. Donde otros regurgitarían tragedia muy oscura y dura, con “Algo extraño me pasó…” te ríes (en ocasiones mucho, porque su autor es un gigante del humor en casi todas sus vertientes, del más salvaje al más universal y familiar… y aquí aporta un desparpajo en la primera persona del singular maravilloso).

Paco Roca por su parte nos deja sin adjetivos. Podría resumir, en el análisis formal, este “Regreso al Edén” como una pieza en la que Roca ha sabido aglutinar absolutamente todos los logros y aciertos de trabajos previos. Lo ha hecho con los reflejos suficientes para desechar los vicios, algún amaneramiento que mostraban lejanos trabajos. Y ha ido más allá en su propia caligrafía. A partir de una foto familiar de 1946 que su madre atesoró toda su vida, Paco Roca dibuja un retrato hiperrealista de la España de la posguerra. Un diorama crudo porque la época no era un capítulo de “Cuéntame” sino el concurso por la supervivencia vital en medio de penurias extremas y por supuesto un machismo atroz e institucionalizado. Las mujeres de este Edén son fabulosas, entrañables, poderosas. Y el cómic entero se revela como un canto emotivo personal hacia la madre del autor, y generacional a una España que ya casi no podemos imaginarnos (aunque para algunos sea un incomprensible referente… No, ese NO es el Edén de Paco Roca).

Dos recomendaciones clarísimas de cara a estas navidades, ambas bajo el paraguas de Astiberri, quien nos hace la “nueva normalidad” menos pedregosa gracias a libros como estos.

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