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El trayecto hacia el territorio mítico

“Camino a Macondo” recorre las ficciones literarias que contribuyeron a la aparición de “Cien años de soledad”

Gabriel García Márquez.

El trayecto hacia el territorio mítico

La palabra “Macondo” quedó grabada para siempre en la mente de Gabriel García Márquez (1927-2014) el día en que la vio a la entrada de una plantación bananera. Pero no fue hasta la edad adulta cuando el premio Nobel supo apreciar su resonancia poética. Camino a Macondo es un viaje cronológico a través de las ficciones sobre las que se apuntala uno de los territorios míticos más importantes de la literatura universal.

Gabriel García Márquez sostuvo en diversas ocasiones que para escribir un libro primero había que aprender a escribirlo y, solo entonces, enfrentarse a las teclas. A él le llevó casi veinte años "vivir" en Macondo, para aprender a redactar ese portento de la literatura de todos los tiempos que es “Cien años de soledad”.

Esta antología, realizada con el ánimo de rastrear la andadura del escritor, compila todos los textos publicados en los que ese universo mítico fue tomando forma. Desde sus apuntes para una novela de 1950 y primeros relatos, hasta “La hojarasca”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Los funerales de la Mamá Grande” o “La mala hora” en 1966. En todas estas ficciones –incluidas en esta cuidada edición–, el lector asiste a la evolución de Macondo no solo como lugar, sino, en palabras del propio autor, “como un estado de ánimo”. De alguna manera, el libro permite acceder a la antesala de la creación de “Cien años de soledad”, donde Macondo y el realismo mágico alcanzaron su máximo esplendor.

La edición del libro ha sido realizada por Conrado Zuluaga, experto en la obra del Premio Nobel de Literatura colombiano, con prólogo de Alma Guillermoprieto, escritora y periodista mexicana, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2018.

“Los fantasmas se exorcizan escribiendo, y los textos que siguen son precisamente eso: la ofrenda al pasado de un talentoso joven que, como tantos otros aspirantes a escritor, se la había pasado buscando temas extravagantes para relatos únicos y geniales que en realidad resultaron incoherentes o frívolos. A partir del viaje al origen, no necesita seguir buscando. (…) Casi recién bajado del tren, corre a su escritorio de las oficinas de El Heraldo, periódico de Barranquilla del que ya era periodista estrella, y borronea las primeras páginas de La hojarasca. A la mañana siguiente, un colega y amigo encuentra a García Márquez tecleando furiosamente todavía; Estoy escribiendo la novela de mi vida, le anuncia al amigo. En el camino a terminarla va publicando trechos del texto aquí y allá; textos que fueron recuperados para esta colección”, escribe Guillermoprieto en el preámbulo.

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