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La prosa humana

"Una furtiva lágrima", el diario de Nélida Piñón entre la literatura y la vida

Nélida Piñón.

Entre la armonía y las grietas del universo, Nélida Piñón ha publicado Una furtiva lágrima, un luminoso diario. La reconocida periodista brasileña ha logrado aunar la vida individual con la colectiva, solapando también su oficio de escritora a su ejercicio de ciudadana. Brasil, España y toda Iberoamérica están muy presentes en su prosa, como puntos de partida y retorno en el mapa.

La escritora brasileña, Premio Príncipe de las Letras en el 2005, ("uno de los momentos de mayor altitud en mi vida"), sabe perfectamente del viejo parapeto de la escritura. "¿Cómo defenderme de quien entra en mi salón adornado de rosas de raro fulgor y me lanza el dardo de la traición?", reza en uno de los fragmentos de Una furtiva lágrima. La venerable aportación de la palabra.

El libro se abre con la proclama de la intimidad compartida desde su primera página: "Mi lenguaje reverbera, tengo la memoria de todos en la psique". La primera persona, en este caso, sirve como partida para la busca de compañía y ejercicio de comunicación. "En realidad somos seres de las cuevas y praderías, pero siempre con alguien. Uno no nació de la nada, y sigue esa tradición de reproducir el otro. Somos múltiples y vecinos siempre del otro. No se puede ser la historia de una escritora brasileña, la historia de la narrativa abarca un contingente extraordinario de personas. Yo reproduzco una realidad y la realidad me reproduce", reconoce la autora.

Una furtiva lágrima es un compendio de los hechos vividos, a lo que se suma su condición de escritora. Todo el oficio del novelista para saber volcar la intimidad, con el imprescindible nexo de unión de la literatura. "No es la historia de mi vida, pero reproduce sentimientos y momentos de verdad. Cuando hablo de sentimientos tengo la sensación que estoy incorporando a los demás a esa historia. El libro contiene reflexiones sobre las emociones y quién somos, en definitiva, sobre la historia de la humanidad. Somos herederos de una tradición milenaria", apunta la escritora de Río de Janeiro.

Nélida Piñón pone el grito en el cielo con sutileza sobre asuntos candentes a modo de denuncia, el armazón requerido para salvarse de los naufragios. "La literatura no necesita salvar, sino hacer una llamada. La gente que lee ha de darse cuenta que sin ella no sabe su propia historia y la de sus antepasados, cómo ha sido contada. La narrativa hace el esfuerzo de que tú pases a entender que no inaguras nada, ni eres único. Prueba que no eres autosuficiente y somos parte de un repertorio extraordinario. La literatura no se salva, sino que lo hace con los demás", argumenta.

El conocimiento de la historia humana, en toda su extensión y claves, es más viable por medio de los escritores que de los historiadores, sostiene la escritora brasileña. "No tengo ninguna duda. Los escritores van a fuentes primarias, los documentos fueron escritos por los poderosos. Las segundas clases y los pobres no tuvieron sus historias contadas, ni estuvieron presentes en los momentos compulsivos. La narrativa tiene como deber, y lo hace muy bien, contar la historia de los más humildes y de todos. Va por los caminos que los historiadores no pueden ir. Soy una enamorada de la historia, pero prefiero el relato del agobio humano hecho por los escritores".

El arte y la literatura han de tener siempre una pizca de esperanza, al menos, para afianzar su condición. Opina que "el arte tiene todo el sentido. El día que pensemos lo contrario significa que emergimos de la barbarie, será una lástima y una pérdida discriminatoria. La barbarie mata sin saber a quién y sin motivo alguno. La esperanza es diaria, tener subebida, comida y dignidad preservada. Todo ello no está disociado con el arte y la literatura. Cuando más se tiene uno consolida su honor y pudor", concluye Nélida Piñón.

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