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En la muerte de Tom Wolfe

Ilustración de Xulio Formoso.

En los años sesenta del siglo XX algunos escritores norteamericanos comenzaron a publicar en los periódicos una serie de trabajos bajo formatos tradicionales de crónicas, reportajes y entrevistas pero rompiendo con los moldes del periodismo tradicional, al mezclar la información real con las técnicas de la ficción literaria verosímil. Algunos como Truman Capote ("A sangre fría") y Norman Mailer ("Los ejércitos de la noche") aplicaron al periodismo la fórmula de novelas con las que habían obtenido grandes éxitos, mientras otros como Gay Talese ("Fama y oscuridad") convertían en libros los artículos que habían visto la luz en los periódicos bajo aquel formato. A este estilo se lo bautizó como Nuevo Periodismo por la novedad de su estructura y la originalidad de sus planteamientos. Un libro imprescindible de Marc Weingarten, "La banda que escribía torcido" (Libros del KO) es un apasionante estudio de este movimiento periodístico y literario y un recorrido por la vida y las peripecias de sus mejores representantes. El Nuevo Periodismo cuajó también en Europa y América Latina, donde autores como Tomás Eloy Martínez ("La novela de Perón") y Gabriel García Márquez ("Memoria de un náufrago", "Noticia de un secuestro") aplicaron el formato a algunas de sus obras.

El pionero del Nuevo Periodismo fue Tom Wolfe, que falleció la semana pasada a los 87 años en Nueva York, la ciudad en la que vivió gran parte de su vida (se le citan hasta dieciséis domicilios distintos en esta ciudad), escenario de sus novelas y objeto de muchos de sus trabajos. Llegó a esta ciudad en 1962 para trabajar para el "New York Herald Tribune", en cuyo suplemento dominical publicó muchos de sus artículos, escritos con un estilo ingenioso y perspicaz, entreverado de ironía, en el formato que con los años se convirtió en el Nuevo Periodismo. También escribió crónicas para el "The Washington Post" (entre ellas una sobre la revolución de Fidel Castro y otra sobre la toma de posesión del dictador haitiano Papa Doc Duvalier) y para las revistas "Esquire" y "Rolling Stone", donde publicó algunos de sus trabajos más intelectuales. En todos abordaba los temas de la actualidad americana del momento, desde la generación beat, la contracultura y el movimiento hippie hasta los fenómenos que relacionaban el Black Power con los Panteras Negras, el mundo de las drogas, la carrera espacial y los movimientos políticos de la izquierda radical americana de los años sesenta y setenta. Esta obra periodística está publicada en varias recopilaciones de títulos llamativos: "Ponche de ácido lisérgico" (sobre el escritor Ken Kesey, autor de "Alguien voló sobre el nido del cuco", que había sido encarcelado en México por tenencia de drogas), "El coqueteo aerodinámico rocanrol color caramelo de ron", "La Banda de la Casa de la Bomba y otras crónicas de la era Pop", "La izquierda exquisita & Mau-Mauando al parachoques" y, el más conocido, "Nuevo Periodismo", una recopilación que constituye todo un manual para entender de qué iba el género.

Como escritor de ficción el éxito le llegó en los años 80 con una de las grandes novelas americanas de esa década, el best-seller "La hoguera de las vanidades" (fue adaptada al cine por Brian de Palma, con Tom Hanks y Melanie Griffith de protagonistas), una sátira sobre la especulación y el mundo de las altas finanzas, un ambicioso relato en el que analiza los vicios de la sociedad americana del fin de siglo con una crítica inteligente a los yuppies (young urban profesional) de Wall Street y a la hostilidad racial latente en los wasp (blancos, anglosajones y protestantes) de la alta sociedad, para lo cual sitúa parte de la acción del relato en el Bronx neoyorkino. Lo hace aplicando los métodos con los que el francés Émile Zola (uno de sus escritores favoritos) examinaba en sus novelas a la sociedad europea del siglo XIX. "La hoguera de las vanidades" se publicó en 1987, el año del lunes negro en la bolsa de Nueva York. Tras este éxito Tom Wolfe sufrió una fuerte depresión y una crisis cardiaca que hicieron temer por su vida. Apenas publicó un par de obras más, entre ellas "Todo un hombre", de 1998, en mi opinión muy superior a "La hoguera de las vanidades" a pesar de las críticas negativas que hicieron John Updike en el "New Yorker" y su colega Norman Mailer en "New York Review of Books". Se trata de una novela escrita después de una profunda investigación y una exhaustiva documentación sobre el nuevo capitalismo norteamericano y sus relaciones con el poder político, el sexo, los medios de comunicación y el mundo de la fama y la popularidad de las estrellas del deporte y el glamour. Una radical crónica del malestar en la cultura contemporánea americana.

Con Tom Wolfe desaparece también una de las personalidades más carismáticas del periodismo y la literatura norteamericana, un conservador republicano que identificó su imagen con la de un dandy elegante (la novelista Elaine Dundy lo describió como "Tom Sawyer dibujado por Beardsley"), casi siempre vestido de un blanco impoluto, calzado con zapatos de piqué charolados en blanco y negro diseñados por New Lingwood, corbatas moteadas y tocado con un sombrero negro bajo cuyas alas sobresalían sus grandes ojos azules brillando siempre sobre eterna la palidez de su rostro.

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