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EL SÁBADODuelo de titanes

La tercera entrega de "Los pilares de la tierra" de Ken Follet disputa con la continuación de la serie "Millennium" creada por Stieg Larsson la cumbre de los "best sellers"

EL SÁBADODuelo de titanes

El gran duelo en la cumbre editorial ha comenzado: Una columna de fuego, la última entrega de la saga Los pilares de la tierra, contra El hombre que perseguía su sombra, continuación de Millennium, la propuesta policiaca llegada del norte de Europa. La primera viene firmada por Ken Follett, uno de los pesos pesados más veteranos en el disputadísimo ring del "best seller" y uno de los hombres que más contribuye a la causa de los libros "que se leen de un tirón" con ciento cincuenta millones de ejemplares vendidos. La segunda es obra de David Lagercrantz, el elegido para prolongar el trabajo de Stieg Larsson, fallecido antes de que sus libros se convirtieran en un fenómeno de ventas en todo el mundo.

Después de Los pilares de la Tierra, publicada hace 27 años con unas cifras mareantes de ventas y Un mundo sin fin, (en los primeros 15 días, 700.000 personas se hicieron con el libro), el autor de La isla de las tormentas inicia su nueva novela con la llegada del espía protestante Ned Willard a su hogar en la ficticia ciudad de Kingsbridge. Estamos en la Navidad de 1558 y la ciudad sucumbe a los latigazos del odio religioso. Cuando Isabel I llega al trono, Europa pone en el punto de ira a Inglaterra. La reina, que compensa su juventud con grandes dosis de inteligencia y audacia, pone en marcha el primer servicio secreto (los antecesores de Bond y Smiley, vaya) para que no se le escape ningún riesgo de intrigas asesinas, revueltas que menoscaben su poder y amenazas de invasión. María Estuardo, reina de los escoceses, aguarda su momento en París mientras sus seguidores traman la forma de cargarse el reinado de Isabel II. Historia de amores contra todo riesgo (Willard y la católica Margery Fitzgerald), turbulencias políticas, fanatismos religiosos sangrientos e intrigas donde el espionaje tiene una importancia capital, Una columna de fuego (Plaza & Janés) no se olvida de los escenarios españoles, no solo por Felipe II y la Armada Invencible, sino también por la importancia de la manufactura de armas en Sevilla. Toledo y el Camino de Santiago ya aparecían en Los pilares de la Tierra y la catedral de Santa María de Vitoria tenía su espacio en Un mundo sin fin. La mezla (historia, amor, espías) es infalible y Follett (Gales, 1949) sabe como pocos mantener en vilo a los lectores con un trabajo documentado ampliamente, un ritmo desbocado y un dominio de los resortes para que sus caudalosas obras no se hagan pesadas.

La fórmula del éxito para Follett es sencilla de exponer pero no tanto de ejecutar, habida cuenta de que muchos sueñan con ella y pocos la consiguen: "Lo que intento es asegurarme de que siempre haya algo que esté sucediendo en cada momento de la historia. Algo que empuje al lector a preguntarse qué viene a continuación, cuál será el desarrollo, cómo se resolverá la situación. Esto es lo que hace que los lectores sigan pasando las páginas".

Como muestra del trabajo de Follett, un botón: "Ned Willard regresó a casa, a Kingsbridge, en plena ventisca. Navegó río arriba desde la ciudad portuaria de Combe Harbour a bordo de una lenta barcaza cargada con telas de Amberes y vino de Burdeos. Cuando advirtió que la embarcación se aproximaba al fin a Kingsbridge, se arrebujó la capa sobre los hombros, se subió la capucha para protegerse las orejas, salió a cubierta y miró al frente". ¿Tiene ganas de seguir leyendo? Follett le espera.

La serie Millennium, publicada en 50 países con más de 89 millones de lectores en todo el mundo, arrancó en Suecia en 2005 con Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Su autor, Stieg Larsson, volcó en ellas su frustración y furia por la traición de la sociedad sueca a los ideales socialdemócratas. En ese mundo gangrenado se movían dos personajes irresistibles con sus luces y sombras: el periodista Mikael Blomkvist y la hacker Lisbeth Salander. El público se enamoró de ellos.

Tras la muerte de Larsson, la serie fue retomada por otro periodista, David Lagercrantz, elegido por el padre y el hermano de Larsson para continuar la obra con voz propia pero sin traicionar la esencia del creador original. Así surgió Lo que no te mata te hace más fuerte, que fue bien acogida por los seguidores de la serie. Ahora, la quinta entrega muestra a Lisbeth Salander en la cárcel de Flodberga, donde procura esquivar en los dos meses que le han caído por apropiación indebida e imprudencia temeraria cualquier roce con el resto de las presas para que no haya riesgo alguno de conflicto. Lo cual, como sabe cualquiera que haya seguido las andanzas de la chica, es imposible. Y cuando se convierte en ángel de la guarda de una chica de Bangladesh encerrada en la la celda vecina, la líder de las internas, una asesina llamada Benito, la pone en su lista negra.

Su tutora, Holger Palmgren, la visita a Lisbeth para contarle que ha recibido documentos con información sobre los abusos que sufrió en su infancia. Salander recurre a Blomkvist, que se siente en deuda con ella por haberle recuperado para el periodismo de altura, para investigar un horrendo experimento ideado por el gobierno sueco en los años ochenta, el Registro para el Estudio de la Genética y el Entorno, y que engarza con la atormentada infancia de Salander. Los indicios les conducen hasta Leo Manheimer, jefe de análisis en la financiera Alfred Ögren, y un personaje con quien Lisbeth comparte muchas más cosas de las que creen. La inestabilidad económica, las zozobras bursátiles, el fanatismo religioso, las cadenas de la mujer en el mundo islámico... Lagercrantz, como ya hiciera Larsson, carga las tintas en su novela contra muchos de los problemas acuciantes de la sociedad actual, al tiempo que desvela nuevos datos sobre Salander, amplía los escenarios de la relación con Blomkvist (atracción y rechazo, polos opuestos y apuestos) y atiende las vicisitudes del universo hacker y del periodismo de investigación, ahora influido por el impacto de las redes sociales.

Y para muestra... "Lisbeth Salander volvía de las duchas tras haber estado en el gimnasio cuando la detuvo Alvar Olsen, el jefe de los guardias, y empezó a darle la tabarra. Era posible que el chico se encontrara algo excitado. Gesticulaba con vehemencia agitando unos papeles en el aire. Pero Lisbeth no oía ni una palabra de lo que le decía. Eran las 19.30". Hora de seguir leyendo.

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