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CRÍTICA

El temor a Dios

«Los domingos». |  FdV

«Los domingos». | FdV

Nando Salvà

Las historias que cuenta Alauda Ruiz de Azúa usan la institución familiar como campo de batallas entre visiones reñidas sobre la maternidad —en Cinco lobitos (2022)—, la violencia sexual —en la serie Querer (2024)— y, en su tercer largometraje, la religión. Mientras observa las divisiones que una chica de 17 años origina en el seno de su familia al decidir que quiere ser monja de clausura, en efecto, la flamante Concha de Oro aspira a reflexionar sobre la vulnerabilidad de los niños ante la presión ideológica de la Iglesia, la anomalía que los colegios concertados religiosos suponen en un Estado laico y el estigma que los no creyentes cargan sobre quienes profesan la fe católica. Y es una película convencida de dar voz a todas las opiniones y posturas pero, a la vez, tan temerosa de evidenciar el agnosticismo declarado de su directora y de arriesgarse a ofender al catolicismo que, de forma involuntaria, se erige en instrumento válido para el proselitismo.

Queda claro en el (mal)trato a sus personajes principales. La joven protagonista es menos una persona que un ideal de espiritualidad y el receptáculo hueco de una epifanía que se nos presenta como probable. Su padre es un villano simplón diseñado para representar una irresponsabilidad y un egoísmo típicamente masculinos —y machistas— y, por tanto, para legitimar la creencia de la cría en que Dios es el único hombre que ama con pureza. Y su tía, supuestamente la voz de la razón frente al fanatismo, se convierte en personificación de un ateísmo paranoico que acaba duramente castigado.

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