«Solo la buena información nos hará auténticamente libres»
Ambos veteranos y reputados corresponsales conversan sobre el estado actual del periodismo internacional en un mundo cambiante azotado por la inestabilidad y la tensión geopolítica. «Antes decíamos que la información era poder, ahora la desinformación es el poder», señalan.

Jon Sistiaga y Rosa María Calaf. | Elisenda Pons
Carles Planas Bou
¿Qué aprendieron en su primera corresponsalía que todavía les sirve hoy?
Calaf: Fue en Estados Unidos e intenté aprender del mejor periodismo, de comprometerme absolutamente con la veracidad, con pisar terreno y hablar con los protagonistas de las historias.
Sistiaga: Lo primero que aprendes, aparte de ver el conflicto, es a leerte para saber si eres capaz de regresar sin mentirte a ti mismo, si estás capacitado y puedes cargar con todos tus fantasmas.
¿Es paradójicamente más difícil informar hoy, en la era de la sobreinformación, que cuando ustedes empezaron?
Calaf: El periodismo nunca ha sido fácil porque consiste en mostrar lo que no se quiere que se vea y en contar lo que se quiere que se calle y eso siempre hay quien quiere evitarlo. El problema de ahora es que desinformar con muchísima eficacia sale mucho más barato que informar. Antes decíamos que la información era poder, ahora la desinformación es el poder.
Sistiaga: Las reglas han cambiado. Estamos viviendo la historia de un mundo que se resiste y, sinceramente, me considero uno de los últimos mohicanos de una forma de informar.
¿Qué verdad incómoda sobre el periodismo les gustaría que se hiciera viral?
Calaf: Que se necesita educación mediática para que la ciudadanía se dé cuenta de cómo se está manipulando la información. Si comemos alimentos tóxicos, el cuerpo físico se va al hospital. Si la sociedad consume información tóxica, el cuerpo social se va al hospital. Y en ese vivimos todos.
Sistiaga: El periodismo está en cuidados intensivos, pero no necesariamente paliativos. De la uci se sale. Estamos llegando a un punto en el que mucha gente empieza a buscar información donde sabe que no le mienten o manipulan. Cuando tienes un cáncer no quieres ir a un herbolario, sino a un oncólogo de verdad. Y ahora la gente va a comprar periodismo a la parafarmacia.
¿Tienen esperanza en que se apueste por invertir más en estar mejor informados que solo en generar más contenido?
Calaf: Ahora es mucho más importante la cantidad que la calidad y el impacto que la importancia de lo que se cuenta, pero solo la buena información nos hará auténticamente libres. Tengo esperanza los lunes, miércoles y viernes (ríe).
Sistiaga: Sí, pero por el momento creo que la desprecarización del periodismo queda muy lejana. Por ahora se sigue priorizando el beneficio más o menos inmediato al derecho a la información. Las televisiones están llenas de ejecutivos sin alma que prefieren llenar con todólogos un programa largo comercializado para disfrutar, rellenar horas de programación y colocarle publicidad. Esto también lo hemos visto en distintos medios digitales. Pero creo que, al final, primará la responsabilidad.
Trump ha arrastrado a los medios a un lodazal binario. ¿Cómo cubrirle sin convertirse en un altavoz de sus exabruptos?
Calaf: Esa es la clave y la principal dificultad. Lamentablemente se compra mucho más fácil una mentira bien elaborada que una verdad más compleja. La información es un derecho del ciudadano, así que la única fórmula que se me ocurre para respetarlo es insistir en la pedagogía y en el periodismo comprometido y riguroso, honesto e independiente.
El corresponsal debe tratar de tener una mirada limpia. ¿Recuerda cuándo una de sus fuentes cambió sus prejuicios?
Calaf: Enfrentarte a la realidad esquivando tópicos, prejuicios y estereotipos es crucial, pero muy difícil. La objetividad total es imposible porque cargamos con una mochila que cuesta mucho sacarse de encima, pero hay que ser consciente de ello y combatirlo. Siempre debes estar alerta para no caer en esas trampas. A veces me ha ocurrido llegar a un lugar pensando que no sacaría nada porque eran personas que no se sabrían explicar ni defender aquello que iban a denunciar y después darme cuenta que no es así.
Sistiaga: Lo primero que debes hacer es abandonar todo lo que creías saber del lugar al que vas, las ideas preconcebidas de quienes son los buenos y los malos. Lo segundo, hablar con todo el mundo, mal que te pese. Y si hay que situarse, que sea al lado de las víctimas.
¿Qué documental o película que le ha marcado recomendaría?
Calaf: El Gran Carnaval. Me impactó muchísimo y fue una crítica feroz a la perversión del periodismo que estamos viendo ahora.
Sistiaga: The Act of Killing. Me parece una obra maestra, una auténtica chaladura.
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