Desviado un vuelo Varsovia-Bilbao por un pasajero ebrio y agresivo

Una indisposición, un pasajero polaco de 130 kilos ebrio, ocho policías y dos horas de retraso. Ese es el balance del turbulento vuelo que vivió en la madrugada del domingo los pasajeros de un vuelo que partió desde el aeropuerto de Varsovia, en Polonia, hacia Bilbao. «Cuando llevábamos 15 minutos, una chica empezó a gritar: ‘¡Papá! ¡Papá!’», cuenta una testigo, Patricisa Alonso, que viajaba en el avión. «Las azafatas pidieron ayuda a dos pasajeros que eran médicos y se llevaron al hombre a una esquina», rememora. Tras unos minutos de silencio, otro pasajero comenzó a gritar. «No era español y tampoco se le entendía muy allá. Se levantó dando tumbos hacia el baño y se puso a chillar al enfermo», explica.

El nerviosismo de la tripulación iba en aumento. «Las azafatas le indicaron varias veces que se sentase, pero estaba fuera de sí. A duras penas le pusieron el cinturón, ya que era muy corpulento, e intentó levantarse haciendo mucho ruido y aspavientos», añade Alonso, que ahora lo toma con humor. «Pasas un poco de miedo, porque estás volando y no sabes cómo va a reaccionar alguien en esas condiciones», explica. Pasados unos minutos, el pasajero díscolo volvió a la acción: «Se desabrochó el cinturón y dejó de hacer caso a las azafatas, un señor se acercó para ayudarlas y le dio un cabezazo. Ahí empezó a complicarse».

La tripulación optó entonces por avisar al piloto, que decidió aterrizar en el aeropuerto más próximo, uno «en medio de la nada», en Alemania (concretamente, en Fráncfort). Con varias azafatas tratando de controlar a «la bestia», otro pasajero lo calmó lo suficiente como para que la nave pudiera aterrizar.