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Miles de euros amontonados en barriles

Con un mes menos de apertura los furanchos acumulan litros de vino excedente que tendrán que tirar

Clientes en la terraza de un furancho de Marcón. RAFA VÁZQUEZ

Hace poco más de una semana que los furanchos cerraron las puertas después de su temporada más atípica. Lo hicieron un mes después de lo habitual, el 31 de julio, debido a la cuarentena y las posteriores fases y en un intento de poder dar salida al excedente de vino de la pasada campaña. Desde luego está ha sido una temporada distintas y ha dejado grandes pérdidas en litros de vino que ya no se van a consumir y que deben dejar espacio en los barriles al vino de este año.

Desde el furancho de Viacoba, en Poio, Montse García, reconoce que ha sido una campaña especial. En su caso se organizaron para dar un servicio de reservas con horas, algo que hasta el momento nunca habían hecho. "Ha funcionado muy bien. Al principio fue más complicado porque la gente no estaba acostumbrada y venía sin reserva, pero lo anunciamos en las redes sociales y comenzó a funcionar el boca a boca y la gente se adaptó, así que estamos muy satisfechos", explica.

Tras la cuarentena este furancho abrió a final del mes de mayo, unos días después de que estuviera permitido, para poder implantar todas las nuevas medidas. Aún así, no fue tiempo suficiente para gastar todo el excedente de vino y García calcula que les sobran unos mil litros, lo que equivale a unos 7.000 euros de ganancia si lo hubiera podido servir.

"Nos quedó el vino, más o menos correspondiente al mes que nos faltó por abrir, porque otros años no sobra", comenta. Un vino que, desgraciadamente se perderá. "Es un vino joven y solo sirve de un año para otro así que imagino que lo tiraremos. Le daremos también a conocidos, pero es un excedente muy importante como para poder consumirlo. Es una pena, pero tal y como está la situación, que pensábamos que no íbamos a poder abrir, nos conformamos", explica la dueña del furancho. Además en su caso, por circunstancias personales, García vive de esto durante todo el año de esta ganancia, por lo que es una temporada especialmente difícil.

Antes de la cuarentena

Además el de Viacoba fue uno de los pocos furanchos que abrió antes de la cuarentena. Lo hizo apenas una semana y media antes, el 5 de marzo. Los de Poio comentan que "hasta el jueves 12 de marzo todo funciono más o menos con normalidad porque además tenemos un furancho bastante amplio donde las mesas ya suelen estar separadas, pero luego se empezó a sospechar lo que iba a ocurrir, dejó de venir gente y luego ya fuimos nosotros los que cerramos". "Todo nos pilló con las neveras llenas, por eso estamos agradecidos de poder haber abierto algo, porque nos quedamos con los congeladores llenos y todo parado y así pudimos darle salida a gran parte del producto", sentencian.

Una opinión que comparten desde el Furancho Tizón. Este abrió a final de mayo y ha notado un bajón de la clientela derivado del menor número de aforo. "Damos gracias a que tenemos terraza, porque sino apenas haces caja", comenta Marcos Bouzada. Calcula que les queda un excedente de vino de 1.500 litros, al que intentarán dar salida como puedan. "Nos ha sobrado aún bastante vino y ¿dónde metes la otra cosecha? Si tienes que invertir en barriles y demás... No es rentable", explica. Aún así se ve más desahogado tras haber cerrado en julio y no en junio porque "En mes y medio no haces nada, no cubres casi ni los gastos".

En esa situación se encuentran gran parte de los furanchos de la comarca, que continúan con barriles y barriles de excedentes que deberán dejar paso en unos meses al vino nuevo, cuyo excedente dudan si podrán vender la próxima temporada.

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