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El reencuentro más esperado no permite besos

La Residencia de Campolongo retoma las visitas con un máximo de cuatro al día y sin contacto físico por el Covid-19

Dina Martíns y su hijo Daniel Estévez Martíns se reencontraron en la residencia. // R. Vázquez

Esta semana ha sido de fiesta para Dina Martíns, de 89 años, y su hijo Daniel Estévez Martíns. Después de tres meses pudieron reencontrarse. El estado de alarma decretado a mediados de marzo les impedía verse en persona ya que ella es usuaria de la Residencia de la Tercera Edad de Campolongo, la única de carácter totalmente público de Pontevedra. El centro, dependiente de la Consellería de Política Social, ha retomado, con la entrada en la fase 2 de la desescalada, las visitas entre familiares y ancianos, un máximo de cuatro por día. Son las citas más especiales y emotivas de todos ellos, aunque no se puedan besar, abrazar y ni tan siquiera tocar por su propia seguridad. Estas medidas tan estrictas son las que han permitido que en esta institución no se haya registrado hasta el momento ni un solo caso de Covid-19, todo un logro a celebrar por las familias, trabajadores y la propia dirección.

Daniel Estévez ha sido el visitante número 30 de esta nueva etapa, ya que solo se permite una sola persona por usuario. El encuentro puede durar hasta una hora y tiene lugar en la zona de cafetería de la residencia, habilitada para tal fin. Pueden estar juntos en interior o exterior y sentarse, con las correspondientes mascarillas puestas, a la distancia de seguridad recomendada por las autoridades sanitarias.

"La verdad es que tuvimos más suerte que otras familias, porque yo justo había venido a visitarla unos días antes de que comenzase el estado de alarma", celebra el hijo de Dina Martíns.

Han sido semanas duras para todos, pero los mayores, uno de los colectivos de más riesgo en la pandemia, lo han vivido de una forma más intensa. "Al principio te sentías presa, sin poder salir de aquí, pero todo es acostumbrarse. Sabíamos que estando dentro estábamos seguros. Además, aquí la gente es estupenda y nos podíamos comunicar por el teléfono y videollamada", afirma la madre.

Tanto Daniel Estévez como su hermano estuvieron pendientes en todo momento de ella, manteniendo el contacto tanto personal con la anciana como con la trabajadora social de la residencia.

A ella le cambió por completo la vida, ya que no pudo seguir realizando las actividades que hacía anteriormente. Aún así, ocupó su tiempo libre con el ordenador y hasta aprovechó para aprender inglés.

Ambos reconocen que esta ha sido una situación totalmente nueva, del carácter de un acontecimiento histórico, "algo nuevo para todo el mundo".

En su primer encuentro en la desescalada hacia la ya conocida como "nueva normalidad" no ha habido más muestras de cariño que las que se han podido expresar en la conversación y con la mirada, que, como se suele decir, a veces vale más que mil palabras.

En la Residencia de Campolongo se preparan ya, en caso de continuar con ningún positivo en Covid-19, para que los usuarios que así lo deseen puedan comenzar a salir a hacer sus recados habituales, como ir al banco, a la farmacia o a hacer alguna compra. Se procurará que lo hagan siempre en horarios poco concurridos para evitar riesgos innecesarios de contagio.

Estrictas medidas de higiene

En todo el recinto se mantienen las medidas se seguridad centradas en la higiene. A diario personal del Concello de Pontevedra desinfecta el exterior del edificio y cualquier persona que tenga que entrar en el edificio se debe limpiar las suelas de los zapatos en una alfombra desinfectante, lavarse las manos durante 40 segundos y utilizar el gel hidroalcohólico. A continuación se le toma la temperatura y se le proporciona una mascarilla. Para mantener este control se mantiene una sola entrada, la principal, mientras que las otras dos se usan solo para introducir material, nunca personas. Asimismo, la paquetería es fumigada.

Solo se permiten las entradas imprescindibles y a los familiares se les manda cubrir un impreso para controlar todo el proceso porque la seguridad, cuando se habla de mayores, es el principal y único fin.

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