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Overbooking en las peluquerías caninas

Los servicios de higiene de mascotas multiplican su demanda con el Covid-19

Acicalado de un perro en el salón O Rechunchiño de Noe. // Gustavo Santos

Desde hace más de 20 años Milagros Gálvez colabora con las protectoras de la comarca y aunque se trasladó a un piso y limita el número de mascotas a "los más pequeños y viejos", siempre ha tenido al menos 4 o 5 perros que cuidar como le gusta. Pues ni con toda su recomendación consigue cita en la peluquería canina "que de favor me atendió a uno hace unos días", explica, "pero los otros quedan para el 3 de junio, que es la primera fecha de la que disponían".

Semejante respuesta han recibido en las últimas semanas cientos de propietarios de mascotas, especialmente aquellos que demandan arreglos complicados, ya que las peluquerías se centraron en los primeros momentos de la desescalada en los servicios más básicos de corte e higiene.

"Llevo desde el día 4 sin parar", reconoce Ana Baqueiro, del Spa Burbujas, que a punto de cumplir un año con su peluquería canina nunca había recibido tantas llamadas. "Ojalá la demanda fuese así siempre, pero más repartida, porque a veces no puedes atender con el tiempo que te gustaría", señala.

Coincide con sus compañeros en que tras la alerta sanitaria "la gente se preocupa" de que el perro esté cuidado "más de lo que solía ser habitual, especialmente en lo que se refiere a la higiene". Tanto, que sus primeros clientes ya han renovado cita "y tengo reservas para el próximo mes".

En el Salón de Peluquería Canina Pontevedra vivieron otra intensa "reentré". "Fuimos adelantando bastante el trabajo, pero al principio teníamos a mucha gente esperando", explica Elia Fernández, que ha conseguido "apurar mucho trabajo tras el tapón inicial" y hoy puede ya dar citas para las próximas semanas.

A unos kilómetros, en O Recunchiño de Noe en Poio, se repite el escenario. "Hay muchísima demanda, pero como no nos gusta alargar las reservas hemos trabajado quedándonos muchas veces hasta las 10 o las 11 de la noche", indican en el servicio que encabeza Cristina López, "porque los clientes están desesperados".

Y es que todos los profesionales del sector coinciden en que la alerta sanitaria ha supuesto una sensible mejora en la higiene de las mascotas, muchas veces en exceso. Tanto, que veterinarias como Flor Costoya constataron que tras el confinamiento que un número elevado de perros presentaban irritaciones derivadas de humedecerles en demasía las patas, y decoloraciones del pelo, también por exagerar en la limpieza.

"Es suficiente con una buena práctica", indica la veterinaria de la clínica Peluxa, "cada vez que salen limpiar las patitas, cola y lomo con una toalla con agua y jabón o con productos con una disolución específica, que permiten incluso ser aplicados sobre heridas".

Esta mayor preocupación derivada del Covid-19 se suma a otra habitual entre los propietarios a estas alturas del año. "Estamos en época de pulgas y garrapatas", recuerda Ana Baqueiro, los parásitos que con más frecuencia invaden a perros y gatos y que afectan a la salud de nuestras mascotas en forma de heridas, infecciones, anemias etc, pero también a las de sus propietarios, ya que pueden picar a las personas.

"Usamos productos específicos contra pulgas y garrapatas", lo más demandado a estas alturas en spa canino "con el corte de pelo para que puedan pasar mejor el calor del verano".

También en O Recunchiño de Noe constatan que "cada vez más la gente está concienciada sobre la higiene y atención a los perros", un efecto que se ha acrecentado a raíz del confinamiento y las jornadas de teletrabajo en contacto directo con las mascotas. "Entre los propietarios que tienen finca no se nota tanto, pero la gente que vive en pisos y edificios de hecho ya pregunta las primeras veces con qué frecuencia tiene que traerlo" para que esté en condiciones óptimas, "como uno más de la familia", señalan los profesionales.

Por lo que respecta a los protocolos sanitarios, al igual que en el caso de las clínicas veterinarias el riesgo está en el contacto entre los trabajadores y los propietarios, no con sus mascotas, así que en función de las instalaciones dejan al perro en un punto a la entrada de la finca, como sucede en los centros ubicados en el rural, o esperan en la puerta del spa urbano a que su mejor amigo salga lustroso. Son los minutos de recordarle -sin éxito alguno- que no es más limpio el que más va a la peluquería, sino el que menos se ensucia.

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