Cuando el primer Castromil -nombre comúnmente aceptado y tomado de su impulsor- llegaba a Pontevedra procedente de Santiago a mediados de 1918, la última diligencia tipo ripper de Cacheda aún realizaba un transporte de viajeros a Sanxenxo. El Gran Garaje se levantaba sobre el solar ocupado por la postrera cochera de la calle del Progreso, y desde allí ponía en marcha Cachafeiro una línea de autobuses a Cerdedo.

Evaristo Castromil Otero estrenó su modesta empresa en Santiago con un único servicio diario hasta Pontevedra a primeros de junio de 1918 (no el 2 de julio, como erróneamente señala Wikipedia). Así empezó a fraguarse la firma más importante de transporte de viajeros de Galicia.

El primer vehículo que cubrió dicha línea disponía de catorce plazas y tardaba dos horas largas en realizar el trayecto, según rezaba su publicidad inicial. Pero ese tiempo se incrementaba habitualmente una hora más, dado que realizaba por el camino un total de siete paradas en Milladorio, Faramello, Esclavitud, Padrón, Cesures, Valga y Caldas. El precio del billete más caro en berlina costaba 10 pesetas y bajaba hasta 5,60 en cupé. Su primera administración y punto de llegada y salida de esta ciudad, estaba en la calle Augusto González Besada, a un paso de la estación del ferrocarril.

A finales del año siguiente, el Castromil se volcó en su nueva línea entre Santiago y A Coruña, y suspendió temporalmente el servicio a Pontevedra por la escasez de gasolina a causa de la Guerra Europea. El crecimiento exponencial de la empresa se fraguó a partir de 1922 tras comprar La Regional a los herederos del mítico inventor y empresario Antonio Sanjurjo Badía.