El vecino de Cangas acusado de intentar matar a su pareja en febrero de 2019 apuñalándola en la cara y la espalda aseguró ante la jueza que fue ella quien lo atacó y que las graves lesiones que se produjo la víctima fueron accidentales, cuando no autoinfringidas, durante una discusión. Juan Carlos G.N. se sentó en la mañana de este jueves en el banquillo de la Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra para enfrentarse a una petición de 14 años de prisión, la prohibición de comunicarse con la mujer durante 20 años e indemnizaciones por valor de unos 55.000 euros.

Juan Carlos G.N. llegó a la Audiencia Provincial desde la prisión de A Lama, donde permanece desde el 8 de febrero del pasado año. Un día antes, según relató la víctima mediante videoconferencia, llegó alrededor de las 14 horas a la vivienda familiar que compartían en Cangas y "estaba molesto€ Fui tras él a la habitación, cerró la puerta y la luz estaba apagada. Alzó la voz y le dije que no gritara, me dijo que me callase y sacó algo". Detalló a continuación que el acusado "me presionó la cara hacia otro lado, intentó cortarme el cuello".

La víctima declaró que no vio el arma con antelación, sino que "la sacó del bolsillo" y al intentar salir de la habitación recibió una segunda puñalada en la espalda antes de caer al suelo.

En el momento de los hechos se encontraba en la vivienda la hija de la víctima y una prima. Ésta ratificó la versión de la mujer, que detalló a preguntas de los abogados y la fiscal que la relación atravesaba un mal momento y que dos meses antes de la agresión Juan Carlos G.N. había abandonado el domicilio, para volver poco después. Las desavenencias empezaron cuando la prima llegó de Venezuela "y a partir de ahí empezó a ser celoso, posesivo, no quería que trabajase€. Hasta a mi prima le decía que por su culpa no pasaba más tiempo con él".

El acusado también se refirió a que la relación había cambiado con la llegada de la prima y que el día de los hechos en la discusión su pareja "se puso hecha una fiera, cogió de la cómoda un cúter y se vino hacia mí". Durante el forcejeo, continuó, ella misma "se cortó la cara", negando que se la hubiese agarrado para hacerla callar, y tras intentar inmovilizarla "conseguí bajarle las manos y metérselas atrás en la espalda".

A continuación, añadió, la agarrada continuó cuando él cayó sobre la mujer, que en ese momento se habría herido con el cúter, un forcejeo en el que también habría tenido que ver la gran diferencia de peso, de unos 100 kilos el agresor y sensiblemente menos la víctima.

El acusado negó en todo momento que hubiese cerrado la puerta por dentro antes de la discusión (la prima de la víctima insistió en que intentó abrir y estaba cerrado), o que esa mañana estuviese especialmente irritado. "La puerta la cerró ella" al entrar en el domicilio de la pareja, donde la luz "estaba encendida" y "hubo gritos de los dos€ Cuando ella me atacó yo estaba cogiendo ropa del armario", afirmó antes de asegurar que "no era la primera vez" que ella lo agredía.

Reiteró que fue la víctima quien "cogió el cúter de la cómoda"; una herramienta "de hoja ancha" que negó que hubiese tenido guardada y sacado en el momento de la agresión, ya que sostienen que "para nada fui a por ella".

Tras comprobar "el alboroto" que se había formado en la casa se dirigió a la puerta de la vivienda y fue detenido unas cuatro horas y media después en la salida de la A-52 en dirección a Xinzo. Afirmó que en el momento en que una patrulla de la Guardia Civil le preguntó "si era el que había tenido problemas con su pareja" había pasado un intervalo en el que "me fui a conducir, hice kilómetros, no tuve noción del tiempo" y venía "hacia Pontevedra para entregarse".

Los dos agentes de la patrulla, que declararon también mediante videoconferencia, expresaron su extrañeza porque "no hubo ningún tipo de reacción€ En ningún momento dijo nada". "No fue una reacción normal, estaba un poco ido" declaró un guardia civil, mientras que su compañera se mostró "sorprendida porque estaba tranquilo".

La víctima padeció una herida incisa de 5 centímetros de profundidad y 10 de longitud en la fosa renal derecha y otra en la hemicara izquierda, desde la oreja hasta el mentón, así como una lesión en la órbita derecha que le provocó una fractura de la que tardó en curarse 76 días. Precisó intervenciones y sufre secuelas consistentes en paresia de la región inframandibular y peribucal izquierda, estrés postraumático y limitaciones de la apertura de la mandíbula, a mayores de las secuelas estéticas, por ejemplo una cicatriz de 10 centímetros en la cara.