Una vuelta a las iglesias tranquila y también esperanzada, dos de las referencias más repetidas por los fieles que acudieron ayer a sus respectivas parroquias, muchos de ellos por primera vez en domingo tras el arranque del estado de alarma. Como otros escenarios de la ciudad, los templos también han cambiado y estrenan imagen incorporando aforos, cartelería, geles hidroalcohólicos y restricciones en el oficio, a fin de adaptarse a las exigencias sanitarias derivadas del covid-19.
Sacerdotes y fieles con mascarillas, nuevas pautas en el oficio como la entrega de la comunión en la mano, y distanciamiento social fueron la norma en las misas dominicales, que buena parte de las parroquias reanudaron con sus horarios habituales, caso de la de San Bartolomé. Su párroco, Raúl Lage, explica que "hemos adoptado todas las medidas de sanidad, traducidas a través de cosas concretas que nos trasmitió la Conferencia Episcopal a través del obispo y todo ha discurrido normalmente esta semana".
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Al igual que en las demás iglesias, "cada persona ocupa su sitio con 2 metros de distancia, hay desinfectante a la entrada y todo ha ido muy bien". Coincide con los demás párrocos en que los fieles "conocen bien las normas y las aplican".
Las disposiciones sanitarias impiden que se oficien misas en el santuario de A Peregrina, dado su reducido tamaño, si bien el templo permanece abierto y los fieles y cofrades han vuelto a renovar sus oraciones ante la patrona.
También ha sido la semana de planificar los próximos eventos y trasladar los primeros proyectos a las familias, con un horizonte: las primeras comuniones y bodas que fueron aplazadas y que ya pueden reanudarse, siempre con las exigencias establecidas para la desescalada. El Arzobispado ha comunicado a las parroquias que pueden establecer dos modalidades de oficios para los niños, la primera de ellas pensada para estos momentos iniciales.
La idea es promover en los próximos días un tipo de celebración "más familiar y más reducida en número de asistentes", que daría paso a otra "más solemne y festiva, con toda la comunidad parroquial y los niños de la catequesis, al inicio del nuevo curso pastoral".
El objetivo, indican desde el equipo de Julián Barrio, es "posibilitar que las familias que lo deseen puedan celebrar la primera comunión de sus hijos en las fechas que inicialmente tenían previsto, pues ya se cuenta con protocolos eclesiásticos adecuados para poder realizarlas con todas las garantías. De hecho, tras estos meses vividos en aislamiento social y confinados en sus casas, y después de haber realizado una preparación de al menos dos años, los mismos niños y sus padres esperan poder hacerla".
La primera modalidad ha querido tener en cuenta "las características particulares de la parroquia gallegas -reducidas dimensiones y dispersas en el territorio, con pequeños núcleos poblacionales y, por lo tanto, con un número reducido de niños-, y que permitirían realizar estas celebraciones ajustándose a las exigentes normas sanitarias. De este modo se evitaría seguir privando a estos niños durante más tiempo de poder acceder a la comunión", indica el Arzobispado.
La Archidiócesis también propone una segunda modalidad para después del verano, "cuando se prevé menos restricciones en el número de asistentes a la celebración". Añade que esta última opción "es por la que han optado muchas de las diócesis españolas", mientras que "algunas familias ya han decidido posponer las celebraciones para el año próximo".
