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Días de duelos y soledades

Los cementerios recuperan visitantes y los primeros entierros se limitan a comitivas de 15 personas -Los expertos recomiendan llevar a cabo "nuestros propios rituales de adiós"

Un hombre sube a colocar flores en uno de los nichos del cementerio de Marín. // Gustavo Santos

"El dolor es una desértica provincia donde no cabe nadie más. Hemos perdido. Nos duele. Estamos en duelo. Amábamos y amamos". Los profesionales del Centro de Escucha San Camilo recuerdan las palabras de Benedetti para explicar la travesía desnuda que traducen las caras de madres, viudas, hijos, amigos? Cuantos han podido acudir a los cementerios esta semana y aquellos obligados a despedirse en soledad en esos largos días.

Al igual que la misma pandemia, el duelo derivado de ella nos es desconocido. "Presenta características distintas, excepcionales, principalmente en el caso de los que han perdido a alguien porque no se puede acceder a la despedida ni después al ritual de adiós que tanto necesitamos, sobre todo las personas que tenemos esta cultura", explica Marisa Magaña, directora del Centro de Escucha San Camilo. Su servicio, aconfesional, confidencial y gratuito, se ha reactivado desde la parroquia de Santa María para todos los que atraviesen un proceso de pérdida complicado.

Superado el cierre de las iglesias y los entierros íntimos de las pasadas semanas, las despedidas continúan en esta nueva fase exclusivamente para los más allegados, ya que a la comitiva puede acudir un máximo de 15 personas, que se reducen a diez en los velatorios en espacios cerrados.

Por su parte, los cementerios reciben sus primeros visitantes y de hecho una parte significativa de la actividad de los floristas (que también esta semana han levantado la verja) se destina a adecentar los panteones.

El covid-19 nos ha cambiado "porque tanto el hecho de no acompañar a la persona enferma en sus últimos momentos", explica Marisa Magaña, "como después el no poder honrarlo con los seres queridos, con los allegados, ya supone un elemento de mayor dificultad y, sobre todo, de mayor sufrimiento, que hace que muchas personas lo vivan aún como mayor dolor del que ya supone por sí la muerte de un ser querido".

Los profesionales recomiendan realizar un proceso de despedida personal. En familia, con los más íntimos o solos poner en marcha nuestros propios rituales de adiós, "entendiéndolos como una forma de honrar al ser querido, dar un giro a esa forma de vivirlo? Hacer algo entre el fallecido y él mismo como una forma de despedida".

En algunas circunstancias, explica la especialista en intervención del duelo, el proceso de curación se complicará y "si no se termina de asimilar o acompañar puede derivar en duelo complicado". En caso de que entre en una cadena de pensamientos dañinos, se aconseja "que de manera telemática o telefónicamente se pongan en contacto no solo con sus seres queridos y se den apoyo, sino también con profesionales que pueden ayudarles a drenar esas emociones y pensamientos y a no vivirlo de modo que les haga tanto daño".

Los especialistas apuntan a que colectivamente también pasamos una especie de duelo, para empezar porque en esta normalidad nuestra vida anterior ya no existe. "En términos generales, porque después siempre hay casuística, todos estamos en duelo; incluso se escucha a muchas personas decir que aún no habiéndoles afectado directamente con el fallecimiento de seres queridos tienen muchas dificultades para dormir, tienen pesadillas por las noches, están en un estado de cierta ansiedad permanente, así es como se está viviendo".

Sufrimos porque lo que estamos viviendo desde hace unas semanas es, al fin y al cabo, una sucesión de pérdidas. Para empezar, repasa Marisa Magaña, "la pérdida de la confianza, en el mundo, en la vida, en la salud, todo eso se ha perdido".

Vivir en la incertidumbre "es en si mismo una especie de duelo de la seguridad que te aporta el tener más o menos claro cómo van a ser las cosas. Y ahora mismo nadie tiene capacidad de hacer planes, ni siquiera a medio plazo porque no dependen de ellos esos proyectos. Y todo eso se está viviendo como una pérdida en sí".

También es una pérdida "el miedo en sí, el miedo al pensar que nos puede llegar, que si no nos ha tocado nos puede tocar", recuerda la experta en salud mental.

Estas semanas están siendo una continua prueba de realidad "a la que uno se está enfrentando y procesando: esto es real, esto es así y me puede pasar a mi. Todos nos enfrentamos a ese sentimiento permanente de pérdida que no deja de ser un duelo".

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