Merluza al vapor con "caldeirada" de patatas y el sabor más solidario que un chef le podría haber dado a un plato. Así fue ayer el menú que el comedor social de San Francisco tenía preparado para sus comensales habituales en plena crisis del coronavirus. Lo que ellos no sabían, y así lo había pedido el propio cocinero, es que detrás de este plato se escondía la colaboración de Pepe Solla, responsable de Casa Solla, una estrella Michelin y tres soles Repsol.

"Bueno, yo soy uno más. Este es el trabajo de un equipo, de seis personas que han querido colaborar desinteresadamente", asegura modesto Pepe Solla a su llegada al comedor de San Francisco, donde pide, reiteradas veces, no ser el protagonista de esta acción solidaria. Algo muy difícil, por cierto, teniendo en cuenta su prestigio en el mundo de la cocina.

La expectación fue en aumento una vez que se corrió la voz entre los asistentes que hacían cola para recoger la comida. Y es que no todos los días puede uno darse el gusto de comer un plato preparado por uno de los chefs del Grupo Nove.

A la vista está que él se ha portado, en este bello gesto, como uno más del equipo de Casa Solla, cargando con las cajas y el material traído desde el restaurante para ser recogido en el comedor social. De igual forma al finalizar la entrega.

Pepe Solla, como muchos millones de ciudadanos en este país, ha sentido la necesidad de aportar su granito de arena al confinamiento y la crisis del Covid-19. "Tenemos el restaurante cerrado y alimentos que estaban destinados a banquetes que se han cancelado, así que decidimos cocinar para los demás. Todo esto se iba a terminar estropeando y ya que estamos sin hacer nada... Es una posibilidad fantástica", asegura a FARO tras ser sorprendido en uno de los viajes de carga y descarga de la furgoneta de Casa Solla ante el comedor.

Así, ayer en Casa Solla se preparó merluza al vapor, que después fue llevada hasta San Francisco para ser acompañada de las patatas en "caldeirada".

Pasta y guiso de repollo

Como el comedor durante el confinamiento solo abre cada dos días, el miércoles el equipo de Pepe Solla preparará pasta con atún y tomate, todo un clásico, y el viernes, repollo guisado con garbanzos y patatas y carne cocida. "Ya estamos pensando en los menús de la próxima semana", reconoce el chef.

La merluza fue donada por Somen Hostelería, una de las empresas de banquetes de "Eventos Solla". Asimismo, el cocinero poiense está en contacto con muchos de sus proveedores, que están dispuestos a realizar donativos de materia prima, como Frigoríficos Bandeira, que ya ha apalabrado carne de vaca, o Balfegó, de atún rojo fresco. "Y seguiremos recibiendo más", dice satisfecho.

Además, en los platos también se utilizan alimentos no perecederos de los que dispone el propio comedor, como la pasta o los garbanzos.

Para evitar, precisamente, interés mediático, Pepe Solla no participó en la entrega de comida a los usuarios, una labor que realizaron, como es habitual desde que comenzó el estado de alarma, los incansables voluntarios de Protección Civil.

En el comedor estos días están dos trabajadores, Carmen Canosa y Manuel Gándara, y una voluntaria fija desde hace 12 años, Sagrario Fariña, a la que ni el coronavirus ha parado en su colaboración diaria. Ayer les acompañó para servir los platos Lourdes Piñeiro, de organización de eventos de Casa Solla.

El padre franciscano Gonzalo, siempre al frente del comedor, agradece la colaboración de Casa Solla en estos tiempos "tan díficiles". "Hay que pensar que estos días, al estar la iglesia cerrada, no recibimos los donativos que recibimos todo el año y que toda ayuda es poca", señala.

De hecho, Sagrario Fariña destaca la aportación que cada día hacen desde la Panadería Anxemí de Pontevedra, con bollería artesanal para los comensales de San Francisco.

El de ayer no fue un día excepcional. Todos los lunes, miércoles y viernes Pepe Solla y su equipo seguirán colaborando con aquello que mejor saben hacer: su buena mano en la cocina. De ello darán buena cuenta las decenas de personas sin recursos que cada día hacen cola. Ayer mismo, sin ir más lejos, durante más de una hora que duró la entrega, aunque la espera ya se había formado con mucha más antelación.