Una de las primeras medidas administrativas que se tomaron en 1598 para hacer frente a la peste fue dividir la ciudad en cuarteles. "Se repartía en distritos o barrios para saber en todo momento el número de enfermos", explica Leoncio Feijoo, uno de los autores que se reconoce sorprendido "por lo exhaustivos que eran, queriendo conocer puntualmente como avanzaba la enfermedad".

También se implantan medidas económicas. "Llama la atención que eran conscientes de que estas calamidades iban a ser caras", destaca el autor de El voto a San Sebastián en Pontevedra, "así que la administración recurría a préstamos especiales y consignaciones".

Las murallas en distintas alertas sanitarias ejercieron de barrera de contención y "había un celo extremísimo", tanto que historiadores como Xosé Manuel Pereira documentan la intransigencia en Pontevedra contra los que pretendiesen incumplir las normas, poniendo en riesgo la salud de la villa.

En concreto, se denuncia al licenciado Cervera y Novoa, Guarda Mayor de la Peste, famoso por ser un azote contra todo incumplimiento.