El estado de alarma decretado por el Gobierno central y la emergencia sanitaria declarada por la Xunta de Galicia imponen un cierre de establecimientos públicos, que los cuerpos de seguridad se encargaron de hacer cumplir ayer en las calles de Pontevedra. Varias patrullas de agentes de la Policía Nacional y Local informaron a los titulares de los negocios que permanecían abiertos -y que no se encuentran entre las excepciones a la norma: supermercados, tiendas de alimentación, farmacias, etc.- que deben bajar la persiana hasta que se levante la prohibición.

Se trataba de una medida "informativa", ya que en el primer día de aplicación de la norma "hay mucha confusión y falta de información", como indicaba el portavoz de la Policía Local de Pontevedra.

A mediodía, la ciudad estaba ya prácticamente paralizada y todos los negocios que no entran en las excepciones habían cerrado sus puertas. La imagen eran particularmente chocante en las calles comerciales y las que habitualmente están tomadas por las terrazas de bares y cafeterías, que ayer permanecían prácticamente desiertas.

Comerciantes y hosteleros afrontan el cierre de los locales con la incertidumbre de cuánto se podrá prolongar esta situación de emergencia provocada por el Covid-19 y cuándo podrán volver a abrir sus negocios. Mientras tanto, se enfrentan a la indeseable posibilidad del cese de contratos temporales de empleados y camareros, a pesar de que impuestos y facturas seguirán llegando, aunque la persiana del establecimiento siga bajada.

Asociación de Hosteleros

El presidente de la Asociación de Hosteleros de Pontevedra, Víctor Pampín, indicaba que el sector afronta esta situación "con mucha preocupación y con incertidumbre", ya que se trata de un estado de cosas nuevo para todos. "Estamos muy preocupados pero hay que ser responsables, es algo inesperado y todos tendremos que comportarnos colectivamente con responsabilidad para hacerle frente", manifiesta el portavoz de los hosteleros de Pontevedra.

Pampín apunta que la hostelería esperaba esta primavera para "remontar" un invierno duro y largo para el sector. Por eso los hosteleros confían en contar con el apoyo del Gobierno, en la forma que sea, para afrontar esta situación sin que se pierdan negocios y puestos de trabajo. "Necesitamos ese apoyo para mantener la actividad", subraya Pampín, quien recuerda que para los autónomos se acerca entre otras cosas la presentación del trimestre del IVA.

También Pedro Parrado, del bar Balea en la Praza da Castaña, apuntaba que al menos dos trabajadores de este establecimiento -entre los que se incluye- tendrán que cesar al menos durante el tiempo que dure esta situación excepcional. Este pequeño restaurante, que cada día servía decenas de comidas, afronta como tantos otros el pago del trimestre de IVA, el alquiler del local y otros gastos, con la puerta cerrada. "Esto llega en el peor momento", lamenta Pedro Parrado.

Aforo limitado

Por otra parte, supermercados y tiendas de alimentación seguían recibiendo ayer una masiva afluencia de público con la intención de hacer acopio de alimentos y productos de higiene. En muchos se volvieron a vaciar estanterías. Algunos centros limitaron el aforo de clientes para que no se produzcan aglomeraciones.

En los municipios de la comarca se han cerrado también parques públicos, jardines y playas.