Familiares y amigos de Pepe Solla le dieron ayer el último adiós en una iglesia de San Salvador que se quedó pequeña. Numerosos vecinos de Poio se acercaron al templo parroquial para mostrar su cariño al reconocido empresario, fundador de Casa Solla y primer restaurador gallego en lograr una de las famosas Estrellas Michelin, que falleció el pasado domingo a los 91 años.

Su viuda, Amelia González, y sus tres hijos estuvieron arropados por un gran número de amigos y representantes del mundo culinario gallego, entre los que destacaron casi todos los miembros del Grupo Nove, al que pertenece su hijo, Pepe Solla. Chefs como Pepe Vieira, Yayo Daporta, Héctor López o Taky apoyaron a su compañero, al igual que representantes de conocidos restaurantes de la comarca, como Casa Román, Mochi o Casa Pepe, y de empresas como Pescamar, Froiz y Vilanova Peña.

No faltó tampoco la representación institucional. El alcalde de Poio, Luciano Sobral, se acercó a dar el pésame a la familia, así como otros miembros de la corporación municipal. El portavoz del PP de Poio, Ángel Moldes, y el concejal popular Sergio Pereira asistieron también al funeral, al igual que el alcalde de Lalín, José Crespo.

Precisamente, el Concello de Poio realizó un comunicado a última hora del lunes lamentando el fallecimiento de uno "dos persoeiros máis importantes do noso municipio". "Toda a Corporación municipal do Concello de Poio quere trasladar o seu máis sentido pésame e agarimoso apoio ós familiares e amigos, en especial na parroquia de San Salvador", rezaba el comunicado, en el que se recordaba que Pepe Solla fue "recoñecido pola súa contribución á gastronomía galega, e á restauración en xeral, fundou tan ilustre restaurante, sendo un dos primeiros de Galicia en obter a Estrela Michelin, deixando un importante legado na cultura gastronómica".

39 años de estrella Michelin

José González Solla, conocido como Pepe Solla, comenzó su carrera profesional con la apertura del restaurante Casa Solla, en el año 1961, junto a su mujer, Amelia González; se labró un merecido prestigio en el mundo de la restauración a través de un trato cercano y una calidad culinaria basada en productos de la tierra, una fama que creció aún más tras lograr una estrella Michelin en 1980, un reconocimiento que todavía conserva gracias a la labor de su hijo Pepe Solla, que lleva desde hace años las riendas del negocio familiar.