Manuel Benito Alonso (1928, Nigrán), acusado de homicidio imprudente y de un delito de lesiones por imprudencia grave al haber arrollado a un pelotón de ciclistas, de los cuales dos fallecieron, en el término municipal de A Guarda en 2016, asistió esta mañana al juzgado de lo penal de A Parda donde se celebró la vista oral en la que los testimonios de los testigos que presenciaron el atropello, así como el atestado de la Guardia Civil, fueron claves para la reconstrucción de los hechos.

Si bien el acusado se acogió a su derecho de no prestar declaración, sí lo hicieron siete de los ciclistas arrollados aquel 12 de marzo de 2016, el conductor del vehículo que circulaba tras Manuel Benito Alonso, la médica forense y los cuatro agentes que estuvieron presentes en el lugar del incidente y elaboraron el atestado.

La vista dio comienzo con el testimonio del ciclista con las secuelas más graves, exprofesor titular de la Universidad de Vigo cuyas lesiones le han supuesto la incapacitación para desempeñar su trabajo. J.A.V. relató cómo en su día a día es una persona totalmente dependiente de su familia para las acciones más cotidianas y que, durante los primeros seis meses después del trágico accidente, "no me acordaba de nada. El neurocirujano me dijo que tenía que dar gracias por estar vivo", indicó.

El resto de deportistas que iban en el pelotón y prestaron declaración coincidieron en que el vehículo entró en diagonal y, tras haber arrollado al primero de sus compañeros, "en ningún momento pisó el freno", al contrario, todas las versiones apuntan a que "parecía que aceleraba más". Tras producirse el siniestro, un par de ciclistas explicaron que vieron cómo el coche paraba en lo alto del cambio de rasante para darse posteriormente a la fuga.

Las declaraciones de los testigos en el plenario dejaron patentes las secuelas psicológicas del trágico atropello. Así, el temor a coger la bicicleta por parte de los afectados es evidente, pues algunos competían a nivel profesional y han dejado de hacerlo. Otros indicaron que, en el momento del incidente, la sensación fue como la de "un tren de alta velocidad que pasa a tu lado" y otros que al estar atendiendo a los compañeros heridos ni se percataron de que Alonso se daba a la fuga. Uno de los deportistas que circulaba en la quinta fila declaró sobrecogido que "el ruido me sorprendió mucho, yo salí ileso, pero porque minutos antes del atropello había cambiado la posición con un compañero; eso me salvó la vida".

La petición fiscal para el acusado se mantiene en cuatro años de prisión y se incrementa la responsabilidad civil por la comisión de los delitos para el conductor y su compañía aseguradora, ascendiendo el montante de 1,4 millones de euros a 1.800.000. Por su parte, la defensa de Manuel Benito Alonso solicita el atenuante de dilaciones indebidas al entender que el suceso fue fruto de una distracción al volante y que el acusado es responsable de una imprudencia menos grave.