Los responsables de los equipos antidroga de élite de las fuerzas de seguridad no tienen dudas a la hora de señalar que los puertos comerciales europeos son ya desde hace tiempo una gran puerta de entrada para la cocaína procedente de Sudamérica.

Explican que radas como las de Rotterdam o Amberes son un auténtico coladero debido a las grandes cantidades de contenedores que mueven y a las medidas de control más laxas que en España.

En nuestro país, el gran movimiento de contenedores hace que Barcelona, Valencia o Algeciras sean, en muchas ocasiones, los puertos preferidos para los narcos para introducir sus alijos, que son más fáciles de ocultar si el movimiento de mercancías es mayor. Prefieren las grandes aglomeraciones para intentar esquivar el porcentaje de controles aleatorio que se hace a las mercancías y eso es más difícil en los puertos gallegos, con menos movimiento. ¿Por qué entonces puertos más pequeños como Marín y Vigo siguen recibiendo estos envíos? Porque las organizaciones gallegas que trabajan con los clanes sudamericanos que envían la droga tienen más facilidad para encontrar contactos con acceso a estos puertos pontevedreses que en otras radas españolas.