Aquellos otoños lluviosos y de cielos encapotados parecían haber pasado a la historia con el cambio climático. Sin embargo, tras un ciclo de cuatro años en el que la antesala del invierno resultó de lo más cálida, Pontevedra ha recuperado su carácter atlántico.

El pasado octubre se coronó como el mes con más precipitaciones de año, por delante del siempre lluvioso abril y del frío enero. Los 239,9 litros por metro cuadrado registrados por la estación de Meteogalicia en Campolongo han sido rebasados en la mitad de tiempo: en solo los 14 primeros días de noviembre se han acumulado hasta 247,6 l/m2. Y todavía quedan 16 jornadas.

En las dos primeras semanas del mes ha llovido prácticamente a diario, según los datos del observatorio gallego. Tan solo en tres jornadas las precipitaciones no alcanzaron los 5 l/m2. En el extremo opuesto encontramos el día más pluvioso del año, el pasado martes día 12 con 69 l/m2. Por encima de los 57,6 l/m2 de la borrasca Helena (30 de enero) y de los 56,8 del 5 de marzo, cuando la borrasca Laura aguó el Entroido pontevedrés.

Un otoño como los de antes

El otoño ha recuperado la lluvia. Al menos en Pontevedra. La ciudad volvió el pasado mes a la normalidad, en cuanto a volumen de precipitaciones se refiere y rompió así un ciclo de cuatro años con chubascos por muy por debajo de la media.

La estación meteorológica de Lourizán recogió 218 litros por metro cuadrado, cuando el rango habitual para octubre abarca desde los 179 a los 221. Además llovió 15 días, frente a los 13 del valor climático habitual.

Estos datos evidencian la ruptura con la dinámica de octubres "secos" que predominaba en la Boa Vila desde 2015. Los valores del observatorio en Lourizán detallan que en 2018 la precipitación acumulada se quedó en 138 l/m2; mientras que en 2017 tan solo fueron 56; y 92 en 2016. El octubre de 2017 será siempre recordado por la gran ola de incendios que arrasó Galicia y calcinó algo más de 49.000 hectáreas.

En cuanto a las temperaturas, éstas se mantuvieron dentro de los parámetros normales con 15.6 grados de media frente a los 15.5 que marca el valor climático. Al contrario que las lluvias, el mercurio se ha mantenido estable en los últimos otoños, salvo en 2017 cuando se elevó hasta los 18 grados.