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El Lérez desde el gen artístico

Los pintores Álex Vázquez y Amelia Palacios, padre e hija, presentan su primera exposición conjunta, un gran viaje por el río

Álex Vázquez y Amelia Palacios ante un collage con obras de ambos. // Rafa Vázquez

Una teoría oriental defiende que somos más que la suma de lo que tenemos y hemos hecho; somos sin saberlo la totalidad de lo que aún no alcanzamos ni hemos concebido, de lo que podríamos ser. Habla de un potencial que incluso más allá de nuestra vida van encarnando los sucesores: más buenos si nosotros y nuestros abuelos queríamos serlo, sinceros si en ello pusimos empeño, más creativos...

No lo tienen fácil (o sí) Amelia Palacios y Álex Vázquez, los artistas que protagonizan este otoño cultural en el Pazo, continuadores de una larga tradición creativa que incluye al arquitecto Antonio Palacios o a un pionero de la publicidad en Galicia, el no menos creativo Isidro Vázquez Palacios, una genética artística que para más suerte del espectador se siente especialmente cómoda en el paisaje.

Encarnados en mil matices de estaciones, vibraciones, flores, vientos y balcones, los paisajes de Álex Vázquez (Vigo, 1946) están llenos de sensibilidad, ternura y capacidad de observación. Le avalan décadas hasta alcanzar esta madurez, de cuya consecución Amelia Palacios ha sido una testigo excepcional.

Nacida en Pontevedra en 1986, la también pintora no recuerda su primer cuadro, imposible para alguien que creció en el taller de su padre, con el que comparte horas, espacio de trabajo, materiales y, por primera vez, exposición. Formada en arquitectura, expone con regularidad desde 2003 y su obra está presente en distintas colecciones públicas y privadas.

Ambos suman esfuerzos en Na beira do río. Diálogos na pintura, una cita con el arte que llega a su undécima edición. Comisariada por Ramón Rozas, "es la primera exposición que hacemos con esta amplitud y un tema prefijado, el río y la ciudad", explica Álex Váquez.

La muestra es la culminación de dos intesísimos años. "Fueron jornadas muy fuertes", explica el pintor, que comparte con su hija "la visión o el lenguaje", detalla Amelia Palacios, "pero nuestra forma de expresarnos es muy diferente. La pincelada de Álex y la mía no tienen nada que ver".

Así, las 270 obras presentes en la exposición "salen del mismo taller, de los mismos pinceles, las mismas pinturas, pero son dos cosas totalmente distintas".

En los últimos meses salieron a dibujar en la calle y en el río realizaron apuntes y bocetos, muchos de ellos reunidos en cuadernos que pueden contemplarse al final de la exposición. A mayores desarrollaron las obras en el estudio y de hecho tuvieron que montar un taller alternativo por las dimensiones de algunos de los cuadros.

¿Es difícil trabajar juntos? Insisten en que no. "Es muy fácil", explica Amelia Palacios,"el dialogo es muy natural. Siempre ha existido entre nosotros y aunque no estuviésemos juntos en esta exposición siempre hay un trabajo conjunto. En cualquiera de mis proyectos y en muchos de los de él el otro está por detrás, apoyando, criticando o ayudando a tomar decisiones".

Álex Vázquez comparte la teoría oriental sobre el legado artístico y se felicita porque "mi hija me supera en todo, en concepto, en técnica... Está en camino de ser una maestra". Ya no lo tiene tan claro como continuador del arquitecto Palacios "que me supera en todo", afirma, "fue un genio en todos los aspectos: un buen hombre y un extraordinario arquitecto".

Con estos mimbres ambos autores proponen una navegación especial por el Lérez que resulta de cientos de horas de trabajo. Algunos occidentales opinamos que este continuo esfuerzo, no tanto los genes, es el que expresa todo nuestro potencial.

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