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El CIM de Poio, una ventana de esperanza para las víctimas

El centro ofrece apoyo judicial y psicológico a mujeres que han sufrido violencia de género - Cierran un año con más casos graves

Lidia Fazanes y Raquel Morales, psicóloga y abogada del CIM. // G.S.

El próximo 25 N se reivindica la eliminación de la violencia hacia las mujeres, una labor por la que lucha diariamente desde hace 15 años el Centro de Información a la Mujer, CIM, ubicado en la Casa Rosada. Allí Raquel Morales, abogada y Lidia Fazanes psicóloga, dedican la mayor parte de su trabajo a ayudar a mujeres que sufren violencia de género.

Lo que tienen más claro en cuento a esta lacra es que no hay un perfil de víctima. Por lo general, y a excepción de los casos derivados, "no vienen directamente avisando de la situación, sino que acuden para informarse porque quieren separarse o modificar la custodia" a raíz de ahí, ven que hay un problema detrás e intervienen en el caso. Desde ese momento se le ofrece asesoramiento jurídico y se les facilita justicia gratuita. Además se acompaña a las víctimas a poner la denuncia y al juzgado. "Se tramita todo lo que conlleva una orden de alejamiento o las prestaciones que ofrece la Xunta o la estancia en una casa de acogida o la renta activa de inserción, en ese momento se les abre un abanico de posibilidades en función de las necesidades de la persona", esta es la parte de Raquel.

Junto a ella Lidia da asistencia psicológica, un apoyo vital para salir de esa situación de maltrato, donde cada mujer "tiene sus tiempos". "Normalmente son personas con un perfil de autoestima bajo y con una gran necesidad de empoderamiento, están sometidas a situaciones de control, aunque no sea el maltrato tal y como se entiende en la sociedad. Es maltrato, pero desbloquear esa situación para que vean que son víctimas es muy difícil", señala. En este sentido apunta que "hay un perfil de mujeres mayores, de más de 60 años, que no saben ni que son maltratadas, lo tienen tan normalizado que no lo ven. Se detecta más a través del centro de salud, donde tienen un largo historial de depresión, pero sin ponerle nombre". Uno de los más normalizados es el maltrato económico, "les hacen creer que al no trabajar por haber cuidado de los hijos no tienen nada".

Desde el CIM lo primero que hacen es animar a denunciar y explicar el procedimiento, "porque no lo conocen y que sepan que van a estar acompañadas en todo momento es muy importante". Además señalan que el entorno es un factor clave en esta situación. El problema de Poio, como el de otros muchos sitios es que es un pueblo, lo que hace que haya más presión social a la hora de denunciar, en este sentido una red de apoyo es fundamental, que la anime a romper la dependencia emocional y económica.

Por otro lado para estas profesionales la ubicación que tienen es clave. "No concebimos el CIM sin que esté en Servicios Sociales, en otros lugares están más aislados y en la Casa Rosada hay tantas actividades. Puedes venir aquí a taichí o al CIM sin que nadie sepa por qué entras por la puerta y eso para ellas es muy importante", destacan.

A falta de cifras oficiales apuntan que este año han aumentado las denuncias y la gravedad de los casos. "Ha habido varios casos impacientes y de riesgo alto que han tenido que acudir a casas de acogida", recuerdan. Por ello afirman que aún faltan muchos recursos, "yo no puedo animar a una mujer a denunciar hoy y que no tenga sitio en una casa de acogida o que no tenga donde dejar a sus hijos cuando tiene que ir a declarar".

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