Durante la jornada de ayer también prestaron declaración los guardias civiles que procedieron a la detención de Marcos Vidal González en el paseo fluvial de Ponte Caldelas. El hermano del acusado lo llevó hasta allí después de haber ido desde el lugar del crimen en la calle México, de Ponte Caldelas, hasta su domicilio en Arcade y cambiarse la ropa.

Una vez allí llamó a los servicios de emergencia y confesó que acababa de cometer un homicidio, indicando su ubicación. Los agentes que lo detuvieron explicaron que cuando llegaron al paseo fluvial, en donde les dijo que esperaba, observaron a este hombre y a unos 20 o 30 metros de distancia del coche patrulla les hizo una indicación con la mano de dónde se encontraba.

A todos los agentes confesó que creía que había matado a un hombre o que lo había dejado moribundo. "Nos dijo que lo había dejado listo", explicó uno de los guardias civiles. También les dijo que el motivo era que "después de tres años de relación había sido engañado". A uno de los agentes le reconoció que "sabía que la mujer del fallecido estaba trabajando en este momento" y que acudió a su piso a comprobar que no hubiera nadie más dentro y que "si había alguien que lo iba a matar". Dentro estaba Manuel, esposo de Sandra y con quien convivía en ese momento. Uno de los testigos que declaró ayer también confirmó que, según le dijo Manuel, Marcos desconocía que él y su esposa estaban viviendo juntos de nuevo, o que al menos eso fue lo que Sandra le contó a él. A otro de los agentes también le manifestó, tras cometer el crimen que ahora "ya estaba hecho" y que lo sucedido "va a pesar sobre su concencia, yo me quedo tranquilo y en paz", aunque no especificó a quien se refería el acusado cuando pronunciaba estas palabras. El acusado se mostró colaborador y les entregó voluntariamente una riñonera con el arma del crimen.