Aunque su experiencia en España "no es muy amplia", sí ha vivido situaciones que evidencian una endogamia enraizada. Desde no recibir respuesta a los múltiples correos enviados al jefe de departamento y responsables de grupos en relación a una plaza convocada en una universidad gallega, a escuchar por teléfono que su perfil no era exactamente el requerido y que ya tenían a alguien de la casa con los requisitos necesarios, pasando por convocatorias con muy poco tiempo para preparar la documentación. "Son prácticas totalmente opuestas a las que he vivido en otros países. En el último año he hecho entrevistas para plazas de profesor en Reino Unido, Australia, Francia, EE UU y un instituto de la ONU. Y en todos los casos ningún candidato provenía de esa institución y las plazas se anunciaron en todo el mundo y con plazo suficiente", compara.

La solución no es sencilla, admite, pero pasaría por "ampliar el mercado a la hora de contratar" y prohibir que los departamentos puedan elegir los tribunales que seleccionan candidatos "sin ningún control". En este sentido, aplaude los programas autonómicos Icrea e Ikerbasque, que son capaces de "atraer muchísimo talento de todo el mundo con condiciones laborales mejores que las del ministerio y procesos de selección externos y rigurosos". De ahí, que reclame uno igual en Galicia, donde destaca iniciativas ya en marcha como los programas de retención de talento de la UVigo, el Intalent de la UDC financiado por Inditex o el programa Oportunius de la Xunta.

La mitad de los profesores de la UVigo imparten clase en los mismos centros donde ellos se formaron y desarrollaron sus tesis. Según los datos facilitados a este periódico por el Ministerio de Educación, el 48,4% del PDI (Personal Docente e Investigador) se doctoró en la misma institución en la que trabaja actualmente. Y este porcentaje ascendería a un 49,1% si solo se contabiliza la plantilla de los centros propios y se prescinde de adscritos como las escuelas de enfermería.

Aún así, la tasa de endogamia de la institución viguesa en el curso 2017/18 es inferior a la media gallega -54%- y a la estatal, que roza el 70% tal y como alerta el último informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo sobre la universidad española. En el País Vasco y Canarias la media es del 91% y en Asturias, del 84,4%.

La comparación parece beneficiosa para Galicia, pero lo cierto es que la comunidad sigue lejos de los sistemas meritocráticos de otros países europeos. Se ha mejorado, pero poco respecto al estudio publicado en 2001 por Arcadi Navarro y Ana Rivero en Nature. Su artículo revelaba que los candidatos externos que conseguían plaza en una universidad distinta a la de su doctorado solo suponían un 5% en nuestro país frente al 93% de EE UU, el 83% de Reino Unido y el 50% de Francia.

La vicerrectora de Investigación de la UVigo, Belén Rubio, reconoce que la mayoría de los profesores de la plantilla actual se incorporaron en los 90 a una institución recién nacida y, por tanto, con tesis realizadas en otras universidades. Pero también apunta al programa europeo de excelencia en personal de I+D al que están adheridos y a través del que se dan pasos hacia una contratación "más abierta, transparente y basada en méritos".

Para los investigadores con una trayectoria reconocida como David Posada, que regresó a Galicia tras 5 años en el extranjero y una red de contactos internacional, o quienes siguen en la diáspora, el caso del pontevedrés Ricardo Martínez, uno de los principales problemas está en las convocatorias y tribunales creados ad hoc para favorecer al candidato de la casa.

"Muchas veces cuando los investigadores que estamos fuera hablamos de endogamia se tiende a pensar que lo hacemos desde el resquemor, pero no es mi caso ni el de muchos otros. Estamos contentos, con unas condiciones que no tendríamos en España y, aunque la opción y las ganas de volver a casa siempre están ahí, no es algo que nos obsesione en el corto plazo", aclara Martínez, que acaba de empezar a trabajar en un centro de investigación de São Paulo tras cinco años en la prestigiosa Princeton.

Puntualiza que entre los profesores que trabajan en la misma universidad en la que se doctoraron también hay docentes que han pasado periodos postdoctorales largos en otras instituciones: "Entiendo como endógamo aquel que en ningún momento se ha movido. Y en España el nivel es tan exageradamente alto que el 48% de la UVigo nos parece hasta positivo. Pero no lo es si lo comparamos con los países punteros de nuestro entorno".