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A Santiago a lomos de un caballo

Los peregrinos optan cada vez más por esta opción, en grupos y con guía, que deja estampas curiosas en los arenales de Combarro o el casco histórico de Pontevedra

Los peregrinos a su paso por el arenal de Combarro, con los hórreos al fondo. // Caminos Galicia

Cada año entre 300 y 400 personas hacen el Camino a Santiago a lomos de un caballo. Utilizan para ello cualquiera de las variantes que les llevan hasta la tumba del apóstol, por lo que no es raro ver peregrinos cabalgando a su paso por el Camiño Portugués tradicional, el que atraviesa el centro de la ciudad de Pontevedra, o por la variante espiritual por la costa, que visita lugares tan bellos como Combarro, en Poio.

En impulsar en esta forma de peregrinaje trabaja desde hace cuatro años una pequeña empresa de Ponte Caldelas, "Caminos Galicia", con cinco trabajadores, incluido su promotor, Jesús Muiños.

"En los últimos años ha aumentado mucho el interés de la gente por hacer el Camino a caballo. A ello ha contribuido también la evolución de internet, ya que hace 25 años la gente también lo hacía, pero no se difundía tanto", explica Lorena Martínez, una de las guías.

Muiños viajó a diferentes puntos de Europa para dar a conocer esta opción y que los peregrinos pudiesen realizar sobre un equino el Camino Francés, el Primitivo, el del Norte, el de la Vía de la Plata, el Portugués, el Portugués por la Costa, el Inglés e incluso el de Fisterra.

Y su promoción más allá de las fronteras gallegas ha ido dando su fruto. "Nosotros nos desplazamos donde nos lo soliciten, ya que tenemos la logística necesaria", asegura la guía.

Esta forma de hacer el Camino implica una organización diferente a la que necesitan los peregrinos a pie o en bicicleta y está marcada, sobre todo, por el bienestar de los animales. "Hacemos grupos en primavera y en verano y paramos en el otoño. Además, buscamos alojamientos para las personas que estén siempre cerca de lugares en los que los caballos puedan pasar la noche", reconoce.

Esto implica que no hagan noches en el centro urbano sino en las afueras y que, la mayoría de las veces, opten por el rural para pernoctar.

Saber montar a caballo es una condición "sine qua nom" para poder optar por este peregrinaje. No hace falta, eso sí, ser un experto, pero sí contar con unas nociones básicas que generen comodidad tanto para la persona como para el animal.

"Lo que hacemos es recomendar a la gente que no lo ha hecho nunca que se inicie unos meses antes", señala Lorena Martínez.

En cualquier caso, los caballos que se utilizan para esta andadura son tranquilos y sin riesgo, "de los que no se asustan si les pasa un vehículo haciendo ruido al lado, por ejemplo".

Los grupos suelen ser desde 4 personas hasta un máximo de 20 y en función de ello, y de sus habilidades, se destina un número de guías.

Se organizan etapas de entre 25 y 30 kilómetros al día y también se puede realizar el Camino por etapas.

Países como Brasil, Colombia y Puerto Rico aportan buena parte de estos jinetes rumbo a Santiago, pero también España, cada vez más amantes de los caballos.

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