Por la cárcel de A Lama han pasado reclusos de gran peligrosidad y con los que se han llevado al extremo las medidas de seguridad en el centro penitenciario. Desde un "vor" o "ladrón de ley" de la mafia ruso-georgiana como Zahkar Kalashov, a terroristas de ETA o yihadistas. Pero nunca, nadie, recuerda unas medidas de seguridad parecidas o similares a las que se adoptaron para custodiar a Frabizio Joao Silva Ribeiro, quien el miércoles fue encontrado muerto en su celda del centro penitenciario pontevedrés.

Ningún preso en España tenía un protocolo tan severo de internamiento, porque ningún preso se había mostrado hasta el momento tan peligroso y despiadado. Condenado por asesinar de 25 puñaladas a su novia, acabó con la vida de otro recluso a patada limpia e hirió gravemente a cinco funcionarios en los dos episodios más graves que protagonizó en prisión. Con sus 120 kilos y su 1.80 de estatura, su presencia física era realmente intimidante. Y se podría decir que la presencia de Fabrizio Joao, con su terrible historial a sus espaldas, condicionaba todo el funcionamiento de la cárcel de A Lama.

El bautizado como "Hannibal Lecter español" era natural de Guinea. Su llegada a la cárcel A Lama obligaba a mantener vacía toda la galería en el módulo de aislamiento en el que se ubicaba su celda. No tenía contacto con nadie, la comida se le suministraba a través de un método seguro y salía al patio solo, a determinadas horas del día para no coincidir con ningún recluso ni funcionario. La necesidad de que su aislamiento fuera total causaba también algún problema de operatividad en la cárcel, dado que muy cerca de su celda se encontraba otra especial, la única en el centro, que se utiliza para inmovilizar a los internos que tienen algún brote agresivo y que no se podía usar mientras Fabrizio estuviera tan cerca. Al poco de llegar a A Lama comunicó por carta que no reconocía la autoridad de los funcionarios de prisiones sobre él y en la última semana se había declarado en huelga de hambre que había abandonado el mismo miércoles. Sin embargo, aunque había bajado hasta los 107 kilos de peso, los controles médicos certificaba que estaba bien. Ayer el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, confirmaba que su muerte "será investigada desde el primer momento", aunque todo apunta a una muerte natural.