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Cerca de 350 familias están en riesgo de exclusión social en Pontevedra

La voluntaria del proyecto "Malayaka House" Inés García considera que la erradicación de la pobreza pasa por dar herramientas y no solo por la financiación de proyectos

Inés García durante la charla que impartió ayer al alumnado del IES Valle Inclán. // Gustavo Santos

La erradicación de la pobreza centró ayer el debate en el instituto Valle Inclán, donde la activista y voluntaria en el proyecto "Malayaka House" Inés García Rodrigo abordó la cobertura de las necesidades más básicas de las personas como una cuestión de derechos humanos que se están incumpliendo en las diferentes sociedades actuales.

Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza, el grupo de trabajo EEPE y el Espazo A Redeira, invitaron a la experta a impartir una charla al alumnado del instituto sobre las consecuencias de un capitalismo voraz que no cesa, dejando en la actualidad a millones de personas en una situación de auténtica miseria.

Si bien la conferencia estuvo centrada en la pobreza en los países empobrecidos por la explotación de los países desarrollados, un dato destacable referido al municipio pontevedrés es que, en la actualidad, existen cerca de 350 familias del concello que están en riesgo de exclusión social, según el último informe emitido por Servizos Sociais.

En este sentido, a la hora de abordar la pobreza en el Estado español, Inés García Rodrigo explica que "hay mucha necesidad en España, pero son necesidades diferentes a las de los países empobrecidos", indica.

En relación a la aparofobia (sentimiento de rechazo a las personas pobres), sobre todo a las y los migrantes que arriesgan su vida y la de los suyos en el Mar Mediterráneo, que contrasta con la aceptación de otro tipo de inmigrantes con buena posición económica, la activista apunta que "creo que las sociedades occidentales, y la española, tienen miedo y no entiendo muy bien por qué, porque estas personas vienen por pura necesidad. ¿Quién si no se va a meter en un barco hundido desde el primer momento para cruzar el mar si no es porque en donde vive está realmente mal, ¿quién si no iba a arriesgar la vida de sus hijos si no fuera para darles un futuro mejor?".

Ayuda humanitaria

Uno de los momentos destacados de García Rodrigo en su intervención fue cuando habló en primera persona de su experiencia en el proyecto "Malayaka House", una organización humanitaria que busca proporcionar a los niños y niñas ugandeses más vulnerables, abandonados y/o huérfanos, un hogar seguro donde poder iniciar una nueva vida, con la atención médica necesaria, educación y programas de formación profesional.

En la actualidad este orfanato presta asistencia a 40 niñas y niños en un país en el que la mitad de la población, un total de 20 millones de personas, son menores de edad.

Un tercio del presupuesto de esta organización humanitaria se destina en este proyecto a proporcionar educación y sanidad de calidad, pues aunque en Uganda estas son de carácter público, pero "muy deficientes". El hecho de que gran parte de los recursos económicos de "Malayaka House" se destine a estos dos ámbitos radica en que "sin esto no tienen futuro y, en el caso de la sanidad es muy deficiente, porque la tasa de mortalidad infantil indica que 80 de cada 1.000 niños mueren antes de los 5 años", analiza García Rodrigo.

Para esta joven activista, la erradicación de la pobreza no solo pasa por la financiación de proyectos sociales, "erradicar la pobreza no solo es dar dinero, sino proporcionar dar herramientas. Si, por ejemplo, nosotros mandamos ropa a estos países empobrecidos, al final allí acaban vendiéndola, y en realidad no fomentamos el mercado o la artesanía de allí. Tenemos que cambiar la mentalidad, igual lo que debemos es ir y enseñar a coser o cocinar, por ejemplo", apunta la activista por los derechos humanos.

Inés también se mostró crítica con las personas que cuando se apuntan a un voluntariado están más pendientes de hacer la foto "chachi" en vez de colaborar de verdad. Ella lo tiene claro: "El voluntario que está realmente comprometido, deja mucho y recibe mucho, pero con lo de la foto fácil, siempre digo lo mismo; a ellos estoy segura de que no les gustaría que aquí un extraño le hiciera fotos a sus hijos, pues allí es igual... Los recuerdos que se van a llevar no son los de la cámara de móvil".

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