La vinculación de Defensa con la isla de Tambo se remonta al siglo XIX cuando el entonces alcalde de Poio, Francisco Arosa, el notario pontevedrés Valentín García Escudero y Montero Ríos adquirieron la isla, en ese momento en manos de la población de Combarro.

El objetivo era construir en ella una cárcel, pero el proyecto no llegó a fraguarse y Montero Ríos la cedió al Ejército, pasando en 1943 a depender del Polígono de Tiro Naval Janer de Marín, que le dio uso militar hasta las últimas décadas del siglo XX. Luego siguieron usándola militares pero como playa de recreo para sus familias, lo que provocó numerosas protestas que desembocaron en la paralización oficial del uso militar, ya en 2002.

A partir de ahí, la dejadez fue absoluta. La Administración central no se ocupa de su mantenimiento pero tampoco posibilita que lo hagan el Concello o la Xunta, poniendo en peligro no solo el hábitat natural sino el patrimonio histórico existente en la isla, que cuenta con dos capillas, un faro, una fuente, restos del único Lazareto del siglo XIX que conserva su estructura original, y hasta un posible castro sin catalogar, en la cumbre de su orografía, tantas veces comparada con una tortuga.

También cuenta a nivel geológico con pequeñas cuevas que no pueden ser visitadas por encontrarse en la zona restringida por la Escuela Naval.Este deterioro también frena la aspiración de convertirse, algún día, en parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas.